Narra Jungkook:
La llamada de Jaesoo me había dejado más que frío, más que paralizado, por un momento me sentí fuera de éste mundo. Deukook muerto, ¿habíamos sido nosotros? ¿Tan grave lo habíamos dejado?
Había salido corriendo de la clínica dejando a Mindae confundida, y gritando mi nombre tras de mí, pero no podía hacerle caso, no tenía sentido explicarle nada porque ni yo mismo entendía muy bien, y si yo estaba siendo perseguido, no podía ponerla en riesgo a ella ni al posible bebé. Tomé el primer taxi que se me atravesó y pedí que fuese lo más rápido posible a la dirección dónde estaba la casa de Taehyung.
“Deukook está muerto”, esas palabras de Jaesoo rondaban en mi cabeza y me torturaban. Millones de veces había pensado en acabar con la vida de mi mal nacido padre, había pedido a cualquier fuerza divina que lo matara para quitármelo de encima, pero nunca tuve el valor de hacer nada, porque yo no soy un asesino, no tengo la potestad para acabar con la vida de nadie, ni siquiera de alguien que me hacía tanto daño. Pensar en que me había echado ese pecado encima sólo por dejarme llevar por la rabia, que había manchado así mis manos, mi alma, maldita sea.
Quería echarme a llorar, tenía la necesidad de lavar mis manos aunque estuviesen más que impecables, no había sangre en ellas pero aún así las sentía sucias, en mi pecho tenía un pequeño peso que crecía a medida que pensaba más que yo le había quitado la vida a un hombre.
El taxi se detuvo y bajé rápidamente, cuándo estuve frente a la puerta toqué y esperé a que abrieran, el que me recibió fue mi hermano y luché por no lanzarme en sus brazos, sólo pude emitir en voz baja una pregunta, y la respuesta a ella me sorprendió, Taehyung salió de repente diciendo:
— No. No han sido ustedes.— Todos lo miramos atentamente, así que prosiguió.— La causa de su muerte ha sido un disparo en la cabeza. Los reportes policiacos indican que alguien se escabulló en su habitación y lo asesinó sin ser notado, en la madrugada.— Hizo una sonrisa de boca cerrada.— Así que relajense, no ha sido su culpa.
Aunque no estaba del todo alegre, saber eso me devolvió el alma al cuerpo. No fui yo, no fui yo.
— Ok, es un alivio saber eso.— Dijo Seokjin, soltando aire sonoramente.— Pero aún estamos tan jodidos.
Jaesoo me miraba y al yo posar mi vista en ella, no fue como en otras ocasiones, ella me sostenía la mirada pero no con desafió, ni mala intención, ni tampoco había lástima en sus ojos, no sabía qué me estaba trasmitiendo, pero del alguna manera calentaba un poco mi pecho.
— Debemos resolver que vamos a hacer, si esa gente ha matado posiblemente a Deukook, no deben tardar en encontrarnos a nosotros, ni siquiera sabemos a quienes nos enfrentamos o bueno, de quienes huimos.— Habló preocupado Yoongi.
— Estoy seguro de que se trata de la misma mafia que mató a mi padre.— Taehyung tenía su mano en su mentón denotando pensar.
— ¿De qué me pierdo?— Pregunté confundido.
— Mi madre nos envió unos mensajes.— Jaesoo me pasó su celular, con un chat abierto en pantalla.— Por ella fue que nos enteramos de la muerte de tu padre. Y de que no dejó de joder ni en sus últimos momentos.— Bramó lo último.
Después de leer atentamente los mensajes, fijé mi mirada en mi hermano, Seokjin tenía la preocupación marcada en su rostro y yo el terror en el mío, seguro.
— Nos ha culpado.— Fue lo que pude decir, en voz baja.
— Sí, a los cuatro.— Dijo Yoongi mordisqueando la uña de su pulgar.