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Hospital central de la ciudad, ese mismo día, 2AM.

Narrador omnisciente:

Baegi permanecía al lado de su esposo, aún estaba preocupada aunque los doctores le hayan dicho que no debía estarlo, que él despertaría y rápidamente se recuperaría, al dar la mañana, le darían el alta. Pero él aún no había despertado, así que no se confiaba mucho de lo que le decían.

Mientras miraba fijamente a Deukook, él empezó a abrir los ojos, disipando así el miedo de la pálida mujer. Ella se acercó al instante a la camilla y tomó su mano para apretarla, y hacerle saber que estaba allí.

Deukook pestañó varias veces antes de adaptar sus ojos a la brillante luz del cuarto del hospital, recibió con agrado el apretón de su esposa y al aclarar su vista se dedicó a mirar a todos lados para identificar el lugar dónde estaba. En lo que lo reconoció  se sentó de golpe.

— No te esfuerces mucho.— Dijo Baegi tratando de detenerlo, pero él la apartó de un manotón.

— ¿Hasta aquí me enviaron esos imbéciles? ¿Dónde están?— Bramó hacia su esposa.

— No lo sé, llamé a la policía y ellos huyeron, te dejaron tendido en el suelo, no pude preocuparme mucho por ver hacia dónde se iban.— Explicó temerosa de hacerlo enfadar más.

El torció los ojos, y dio un puño a su lado, a la camilla.

— ¿Por qué eres tan inútil Baegi?— Habló con tono exasperado.— ¿La policía los atrapó al menos?

La mujer negó con la cabeza en silencio, y se alejó para ver por el ventanal, huyendo de cualquier otro ataque de ira del hombre.

— Los encontraré yo, y van a pagar por su desobediencia, ya ve...— Deukook se vio interrumpido por dos personas que entraron por la puerta.

— Despertaste.— Un tono nada amigable resonó en la habitación.

— ¿Que-é hacen aquí?— Preguntó el mal herido reconociendo inmediatamente a los dos tipos, aunque llevaran ropas de enfermeros y tapabocas.

Baegi volteó alarmada también, sabía bien quienes eran.

— Hay algo que necesitamos que expliques.— El más bajo de los tipos se paseó por la habitación mientras que el otro se fue hacia Deukook y lo tomó del cuello, inmovilizándolo en la camilla.— Hola.— Sonrió a Baegi, y bajando su tapabocas tomó su mano para besarla, y luego empujó a la mujer para sentarla bruscamente en la silla cercana a la camilla.

— ¿Qué pasa?— Deukook estaba inmovilizado y tenía todas las de perder, pero no perdía su altanería.

— Voy a ir al grano, porque aquí hay mucha gente.— Acarició la cabeza de Baegi, como si fuese un perrito.— ¿Por qué carajos le falta al jefe un gran suma de dinero y descubrimos que fue transferido desde una computadora en tu casa, a la cuenta de ésta señorita?— Tomó los cabellos de la mujer fuertemente, haciendo que ella se quejara.

El otro tipo afianzó el agarre en el cuello de Deukook, haciendo que también se quejara.

— No sé de qué hablas.— Dijo Deukook con dificultad.— Yo, ni ella hemos hecho eso.

— ¿Por qué debo creerte?— Hizo hacia atrás la cabeza de Baegi, y sacó una navaja para pasarla por su cuello.

Ella sollozó un poco, empezaba a llorar, pero no quería ser escandalosa y empeorar las cosas.

— ¿Por qué más? Mostré mi lealtad hacia ustedes, maté a mi mejor amigo porque les había robado.— Seguía hablando con dificultad porque lo estaban ahorcando.

Natural. » Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora