Lloré hasta que me sentí deshidratada, luego de mi gran drama, me sentí la persona más estúpida del mundo, llorando por una cosa tan egoísta. Mi madre merecía ser feliz con quién se le diera la regalada gana. Y sin embargo, estoy aquí siendo la persona más patética e idiota del mundo.
Sorbí mis mocos, y limpie lo mejor que pude cada rastro de lágrimas, probablemente tenga los ojos hinchados y rojos, pero espero que la oscuridad me ayude a ocultar eso de mi detallista amiga.
Recordé la razón principal por la que venía aquí, e inmediatamente le envié un mensaje a Mindae para que subiera a nuestro refugio. En pocos minutos ella se encontraba a mi lado con una barra de chocolate en sus manos, la cual no dudé en aceptar.
—¿Y bien? ¿Qué es tan urgente como para que me citaras en nuestro refugio?— Preguntó curiosa.
—Ah...— Abracé mi celular, y actué como niña enamorada.— Jimin me escribió.— Solté en un chillido.
Ella abrió los ojos como plato, y una sonrisa se formó en su boca, luego comenzó a gritar como una chiquilla al igual que yo, y nos abrazamos emocionadas.
—¿Qué te dijo? Cuenta, cuenta.— Exigió luego de calmar su ataque.
—Pues... nada muy importante.— Fingí restarle relevancia al asunto.— Me dijo que Namjoon me había mandado a decir cuándo nos reuniriamos a estudiar...— Me encogí de hombros, aún fingiendo que no me importaba.— Y me invitó a la fiesta de Hoseok, nada así relevante.— Pude ver como mi amiga pegaba la mandíbula del piso, y volvió a emocionarse, pero ésta vez se levantó para saltar por toda la casa del árbol, que a decir verdad no era muy grande.
—¿Te invitó a la fiesta y lo dices así como si nada?— Me gritó en la cara.
Yo reí, viendo que se había creído mi teatro.— Sólo bromeaba. Estoy que se me sale el corazón por la boca.— Grité como toda una fangirl al ver a su ídolo.
Es que éste chico, me tenía bastante mal, y tal vez no me haya pedido exactamente ir con él a la fiesta, pero me dijo que fuese, que ya es decir mucho, viniendo de Jimin “el difícil ”, como le dicen las chicas de mi clase, puesto que no es muy fácil de conquistar. Me siento especial porque me haya escrito en primer lugar, aunque no tengo idea de como consiguió mi número telefónico.
Mindae y yo pasamos toda una hora hablando del tema, de porqué Jimin era tan lindo, y analizando que significaba ese beso al final de la conversación. A pesar de tener 17 años ya, cuándo hablábamos de algún chico que nos atraía, volvíamos a los 13. Realmente apreciaba esos momentos, me gustaba sentir que no estaba tan grande. Al cabo de un rato, ella dijo que tenía sueño y quería dormir, así que me dispuse a volver a mi casa, no quería quedarme allí sola, la verdad ya me parece un poco aterradora la casa con ese montón de muñecas viejas, debemos hacer una limpieza.
Gracias al universo, cuando llegué, ya el señor Jeon se había ido, solo se encontraba mi madre en la cocina limpiando todos los trastes tarareando de forma alegre una canción, ni siquiera notó mi presencia, lo cual me sentó bien, si hablaba con ella ahora, probablemente vuelva a hacer algún drama. Cuándo iba a subir las escaleras, pude ver a mi hermano escapando por la puerta trasera, que queda al fondo del pasillo al lado de las escaleras. Sonreí con malicia, y me acerqué rápidamente para posar mi mano en su hombro y hacerlo saltar del susto.
—¿A dónde vas?— Susurré, tratando de contener la risa.
—No es tu asunto pesada, solo olvida que me has visto.— Susurró al igual que yo, y me miró de mala manera.
—Si no me dices, hago un escándalo para que mamá venga.— Me crucé de brazos, haciendo puchero, actuando como una niña pequeña.
—No.— Gritó en un susurro, abriendo los ojos como platos, por lo cual reí.— Voy tarde, te diré en cuanto vuelva, ¿vale?— Me suplicó con la mirada que no dijese nada, y salió de la casa.
Me quedé allí parada, pensando en a dónde iría. Pero el sueño decidió atrofiar mi mente, así que sólo me fui a la cama, a dejarme llevar por Morfeo.
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Me levanté a la mañana siguiente con las pilas recargadas, a pesar de haber tenido una tarde-noche no tan buena, el sueño me había ayudado. Decidí que no me molestaría nada hoy, y sería un buen día. No le tomaré importancia al tema de mi madre saliendo con el señor Jeon, e iré a admirar a mi bello Jimin.
Me vestí, y arreglé decentemente mi cabello, salí de mi cuarto para preparar algo de comer rápido y llevarlo de desayuno. Puesto que me pasé de la hora del despertador, no me daría tiempo para hacer algo de almuerzo, así que tendré que morir en la cafetería. Debería llevarme unos tapones de oídos, tal vez mi padre haya dejado alguno en la cochera.
En lo que estaba haciendo unas tostadas, un adormilado y creo que ebrio Yoongi se asomó por la puerta, exigiendo que le preparase a él algunas también. Sólo por no pelear, hice lo que me pidió. Siempre que amanece así, su mal genio aumenta, y dije que hoy sería un buen día, así que evitaré cualquier confrontamiento con él.
Preparé café también rápidamente, porque hoy me sentía caritativa, y quería que mi hermano se sintiese bien.
—Aquí está mi querido Ñungui-ungui.— Puse las tostadas frente a él con la taza de café, di un beso en su coronilla, ya que se encontraba desparramado en la barra de la cocina y salí de allí.
Busqué los tapones, mi bolso y salí al encuentro con mis amigos para encaminarnos a la escuela.
Hoy será un buen día, ya lo declaré, y ni un molesto Jungguk lo arruinará.