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—¿Preparándote mentalmente? Estás muy callado.— Seokjin se concentraba en conducir, pero cómo siempre estaba atento a todo.

—Sabes lo que sigue siempre de una falta en la escuela.— Me hundí más en asiento.

—Lo sé muy bien.

—Por un momento pensé que ya se había acabado ésta mierda, que huiríamos con mamá.— Confesé, un poco dolido.

—No es tan fácil huir de Deukook.— Suspiró pesadamente.— Yo también esperaba huir, pensé que mamá nos ayudaría, pero supongo que el saber que está bien y a salvo, nos trae un poco de tranquilidad, y libertad par actuar contra Deukook.— Me miró cuándo ya había estacionado el auto en el garaje.— Sé que tú también te preguntas porqué no nos buscó antes si estaba bien.

—¡Pues claro que me lo pregunto!— Me senté bien para encararlo furioso, no con él, pero furioso.— Ni siquiera nos habló de una solución. Nos habló cómo si sólo hubiese estado de viaje un tiempo, cómo si no estuviésemos viviendo un infierno.— Bufé.— ¡No la habíamos visto en diez años!— Grité frustrado.— Más de la mitad de mi vida.— Mi tono bajó.— Y no tuve el valor de cuestionarle nada, de juzgarla, porque estaba muy feliz de verla.— Reí.— La extrañaba tanto.

—Me pasó lo mismo, estaba demasiado feliz.— Sonrió, pero ese gesto no llegó a sus ojos.— Pensé que volveríamos al restaurante y nos esperaría para armar un plan.— Formó una línea con sus labios.— Pero no.— Puso su mano en mi hombro.— Jungkook, amo a mamá, pero estamos solos, siempre lo hemos estado, tú y yo.— Apretó su agarre.— Yo no me iré, siempre trataré de cuidarte hermano.

Ésta vez él pasó su brazo por mi nuca para acercarse por completo y darme un abrazo. Lo necesitaba. Últimamente he sido un crío con él, necesitaba saber que estábamos bien, que seguía contando con mi hermano, la única persona que siempre ha estado allí. Él contaba conmigo, daría la vida por Seokjin.

—Yo también cuidaré de ti, hermano.— Dije, intentando contener mis lágrimas.

Nos alejamos el uno del otro, y él sonrió cálidamente, yo le respondí con una sonrisa igual.

—Bien, ahora, vamos...— Abrió su puerta para bajar y yo lo imité.

La caminata hacia el interior de la casa, se sentía mucho peor que otros días en los que estaba en problemas. Siempre estaba resignado a recibir una paliza, a ser insultado, a dejarme humillar; pero hoy, luego de esa pequeña esperanza que se creó en mi pecho al ver a mi mamá, vuelvo a estar en el inicio, con baja tolerancia a lo que va a suceder, más resentido que nunca.

—¿Dónde mierda estaban?— Preguntó Deukook al interceptarnos en el pasillo.

Seokjin y yo nos miramos, con las cabezas gachas ante Deukook, como era costumbre.

—Te estuve llamando todo el maldito día.— Dio un golpe con el dorso de su mano en mi pecho.— Repito la pregunta.— Su tono se volvió más amenazante.— ¿Dónde carajos estaban?

Vi cómo Seokjin apretaba sus manos, conteniéndose.

—Tenemos vida social Deukook, estábamos ocupados con unas chicas.— Levantó su cara para mirar a mi padre con petulancia.— Si sabes a lo que me refiero.— Guiñó su ojo.

Si Seokjin antes lo retaba, ahora que sabe que no puede hacerle daño a mamá, será el doble de insoportable para él.

Deukook levantó su mano para estamparla contra la cara de Seokjin, pero éste se apartó rápidamente.

—Cuidadito Deukook, ya no me puedes tocar, ¿lo olvidas?— Sonrió arrogante.— Y a Jungkook tampoco.— Habló serio.— No le pongas ni un dedo encima.

Natural. » Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora