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—Buena suerte. — Jimin me guiña el ojo, en lo que entramos al salón de matemáticas.

—Gracias, igual para ti.— Sonrío ampliamente.

Yo busco mi asiento habitual y me dejo caer sobre éste, mis nervios crecen cuándo el profesor entra y nos pide hacer silencio, la verdad a mi no me importaba mucho salir bien, pero no quería decepcionar a Namjoon, había sido un excelente tutor.

El profesor ordena a todos y empieza a repartir las hojas con los problemas boca abajo, tomo una bocanada de aire y volteo la hoja, cuando empiezo a detallar los ejercicios me doy cuenta de que no están tan difíciles, froto mis manos alegre y empiezo a resolverlos.

A los 45 minutos salgo del salón de clases, había terminado hace 30, pero me tomé los otros 15 para revisar si todo estaba bien. El profesor se impresionó de haya trazado tanto en el examen, puesto que normalmente me salgo a los 10 sin siquiera resolver dos ejercicios y ésta vez los hice todos.

Tras de mí salió Jimin, y me dio una de sus despampanantes sonrisas. De puro impulso me abrazó y me alzó en vilo, se que fue un impulso porque luego se alejó y me miró avergonzado. Yo me puse como un tomate.

—¿Qué tal te fue?— Preguntó, rascando su nuca.

—Bien, muy bien diría yo.— Sonreí ampliamente.— ¿A ti, qué tal?

—Bastante bien también.— Asintió entusiasmado.— ¿Quieres ir a comer algo mientras esperamos la otra clase?— Arqueó su brazo, invitándome a tomarlo.

—Por supuesto.— Paso mi brazo por el hueco que el suyo con su cuerpo y ambos empezamos a caminar a los kioscos de golosinas.

Algunas chicas nos miran curiosas cuándo caminamos por los pasillos así, nadie dice nada, pero es obvio que el rojo de mis mejillas me delata respecto lo que estoy sintiendo.

Él me ve constantemente de reojo, y una sonrisa tonta se le escapa.

Cuando llegamos el me preguntó que quería, y yo negué diciéndole que nada, realmente me daba mucha vergüenza que me comprase algo.

—Vamos, yo invito, sé que quieres algo.— Insiste.— ¿Será una galleta?— Tomó un paquetito de galletas con chispa de chocolates, me gustan pero no me enloquece, negué nuevamente.— ¿Unas gomitas?— También tomó un paquetito, y lo pasó por mi cara, yo arrugué mi boca, eso no me gusta en lo absoluto. Tomó otro paquete, allí si se me iluminó la mirada, y él lo notó rápidamente.— Ah, te gusta el chocolate.— Río. Lo pagó a la señora y le extendió hacia mí.— Para usted, un rico dulce, para un dice señorita.— Vaya, hasta poeta que es. Que cursi. Odio lo cursi, pero todo lo que venga de Jimin lo adoro.

—Gracias.— Reí tiernamente.— Dulce caballero.— Lo miré con vergüenza y él en un gesto que no me esperaba en lo absoluto, tomó un mechón de mi cabello, lo metió tras de mi oreja y luego acarició mi mejilla, dejando un escalofrío en la zona que tocó.

Sus ojos brillan de una manera especial, y puedo sentir que los míos también. Jimin me tenía en exceso mal, me sentía flotando cada que estaba con él, y esos gestos de su parte me fulminaban.

Compra unas galletas para él, y de repente me toma de la mano, entrelaza nuestros dedos y me hala hacia el árbol en el que habitualmente voy a almorzar.

Se sienta en la grama y yo lo imito.

—Sabes Jae, yo pensé que eras novia de Jackson.— Ríe y luego mete una galleta en su boca.

Yo lo miro con los ojos como platos y estallo en una risa estrepitosa.— ¿Jackson y yo?— Vuelvo a reír.— No, jamás.— Digo aún con espasmos de risa.— Somos amigos, como hermanos en realidad, lo conozco desde que estamos pequeños.— Explico.

—Ahm, ya veo. Por eso me amenazó con que no me pasara de listo contigo.— Vuelve a meter una galleta en su boca y me sonríe un poco pícaro.

Vuelvo a reír sonoramente.— Já, yo sé cuidarme sola.— Sonrío con suficiencia.

—No dudo de eso.— Ríe por lo bajo.— ¿Puedo confesarte algo?— Me mira fijamente a los ojos, haciendo que me estremezca, sólo logro asentir en respuesta.— Me gustas Min Jaesoo, mucho.— Suelta con nerviosismo, pero a la vez seguro de sus palabras.— Sé que no te respondí lo que me dijiste en la fiesta así que quería hacerlo ahora, quería que supieras que también me gustas.— Aparta su vista de mí, avergonzado.— Aquel día me dejaste sin palabras, y bueno, luego pasó lo que pasó con el imbécil de Jungkook y tú te fuiste con él...— Voltea de repente.— ¿Por qué?— Pregunta curioso.

No sé que decir, no sé si contarle o ocultarle que él es... digamos que mi hermanastro. Pienso por un rato que decir y él nota que tengo una lucha interna a causa de esa pregunta.

—No tienes que responder si no quieres.— Dice calmo, entendiendo que es un tema raro para mí.— Pero si tienes algo con él, por favor dímelo, no quiero ilusionarme y que luego te vayas con el perfect boy.— Baja la mirada, y lo que dice me toma por sorpresa, eso jamás pasaría, primero porque nada que ver con Jungkook y segundo porque él es quién me trae colada.

—¿Qué? No, no.— Niego fervientemente.— No tengo nada con nadie, y mucho menos con él.— Digo indignada.— Sólo creí prudente sacarlo de allí antes de que cometiera otra locura. Y lo hice por Mindae, ella es quién está colada por él, pero no tenía la suficiente valentía para calmar a esa bestia.— Le explico. Aparto mi vista de él, avergonzada por lo que estoy a punto de decir.— Me gustas tú Jimin, me encantas a decir verdad.— Siento como mis mejillas se enrojecen. Que cursilería.

Él sonríe nuevamente mostrando sus dientes perlados, y haciendo que sus cachetes se abomben, no puedo dejar de ver sus carnosos y rosados labios. Es el momento perfecto para un beso, y no me importa lo cliché que pueda resultar.

Y como si leyera mi mente, Jimin se acerca a mí, yo no dudo en imitarlo con mi corazón latiendo a mil por hora. Él acaricia el contorno del lado izquierdo de mi cara, haciéndome temblar, yo hago lo mismo, acunando su mejilla en mi mano sin perder de vista sus hermosos ojos. ¡Qué cursi Jae! Quiero darme una bofetada a mí misma.

Jimin lame sus labios una y otra vez, y una sonrisa ladina se forma en sus labios, causando una en mí también. Suelta un suspiro acompañado de una risilla nerviosa. Inclina su cara a la izquierda levemente, cierra los ojos y al fin roza sus labios con los míos, la emoción que toma mi cuerpo me incita a saltar, pero prefiero estar tranquila mientras él abre sus labios para profundizar el beso, yo lo sigo y acoplamos nuestras bocas de manera sincronizada en un ritmo lento y suave, con nada de malicia en nuestra acción, él sube su otra mano y acuna mi otra mejilla. Cuando el aire nos falta, él se separa, y pega su frente de la mía aún con los ojos cerrados. Nuestras respiraciones son un poco entrecortadas, y una sonrisa tonta está estampada en los rostros de ambos.

Vaya, mi día no podría ir mejor.

Natural. » Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora