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Narra Jungkook:

No quise ni preguntar que le pasaba. Sólo subí al auto en silencio, mientras luchaba contra el creciente nudo en mi garganta y el escozor en mis ojos.

Seokjin se mantuvo en un silencio incómodo mientras conducía, y la preocupación crecía en mí, volviéndose pánico.

—¡¿Qué pasa?! — Grité sin poder soportar más la tensión.

Él bufó por lo bajo mientras sonreía de lado sin ganas, me miró con tristeza en sus ojos, igual que cuándo estábamos pequeños y Deukook nos había matado de una patada al pequeño cachorro que rescatamos regresando del colegio. Sus ojos estaban aguados, así que temí lo peor, por lo que un sollozo salió de mí estrangulando mi garganta.

Tapé mis ojos y boca, y como no lo había hecho en años, lloré a moco suelto, de verdad.

Sentí que el auto se detuvo y pensando que ya habíamos llegado a la casa, di un respingo del susto, pero no, Seokjin se había detenido frente a un pequeño restaurante que me traía muy dolorosos recuerdos a la mente.

Fruncí el ceño mientras secaba mi empapado rostro.

—¿Qué hacemos aquí? — Pregunté bajo.

—Baja, y lo sabrás. — Dijo y salió del auto.

Seokjin se mostraba calmado, a pesar de lo que puede que haya sucedido, pero el siempre ha sido así, por lo cual la posibilidad de que ya se haya ido todo a la mierda no salía de mi mente. Y me sentía culpable, me sentía horrible, tanto tiempo protegiéndola, haciendo hasta lo imposible para que no le hicieran daño, y por una estupidez todo se arruina. El dolor en mi pecho me atormenta nuevamente. Pero me contengo y camino a paso calmado tras mi hermano, hermanastro, no, hermano, él es mi única familia.

Él caminó hasta el final del establecimiento, a una mesa en la que todo estaba muy oscuro para ser de día. Una mujer con el cabello teñido de un escandaloso color rojo, estaba sentada junto a un hombre, que estaba vestido como si estuviese en una isla tropical, en ésta, Seokjin se aproximó y se sentó frente a ellos. La mujer se volteó al percatarse de su presencia, y le sonrió, llevaba unos extravagantes lentes negros, muy grandes para su cara, y también vestía como si estuviese en la playa. No sabía quienes eran, pero hice lo que Seokjin y me senté frente a ellos también.

Nos quedamos en silencio un momento, la mujer pareció tensarse por mi acción, así que la miré confundido. Y más aún me confundí cuándo vi una lágrima teñida de negro rodar por su mejilla. Ella se quitó los lentes, y supe de quién se trataba.

—Mamá... — Murmuré, conmocionado.

Narra Jaesoo:

Pensé que caminar sin rumbo despejaría mi mente, pero no, más bien se había llenado de preguntas, rabia y pánico.

Quería llorar, pero estaba muy enfadada para hacerlo, lo que en realidad sentía que debía hacer era destrozar algo para liberar tensión, pero no puedo destruir propiedad pública, no soy vandálica.

Caminé por unos minutos más, hasta que la sed me hizo entrar a comprar alguna bebida en una tienda de conveniencia que me encontré.

Pasé hasta la máquina de granizados y tomé un vaso para verter un poco con sabor a mora.

Sorbí un poco, fui hasta la caja, y saqué un billete de mi bolsillo para pagar.

—Hola Jaesoo. — La voz profunda de Taehyung me hizo alzar la cabeza.

—Taehyung. — Dije un poco sorprendida.

—¿Qué tal? — Me sonrió sin mostrar sus dientes, mientras metía mi billete en la caja registradora y buscaba el cambio.

Natural. » Jeon Jungkook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora