Narra Taehyung:
Simple, ir al puente, buscar el dinero y devolverme, pan comido. Pero el hecho de que pareciese algo fácil no quiere decir que no me pusiese totalmente nervioso.
Tamborileaba mis dedos en el volante del auto al ritmo de la música que tocaban en la radio, miraba cada dos segundos el espejo retrovisor, sentía que me seguían aunque no fuese así, pequeña manía mía que quedó desde que mataron a mi papá.
El recuerdo surcó mi mente de forma dolorosa. Él no se lo merecía. Siempre uno sabe que debe resignarse a la muerte de un familiar cercano, que la muerte es lo más seguro que se tiene en ésta vida, pero yo jamás me resignaría ni aceptaría la muerte de mi padre, porque no fue de forma natural, no fue por una enfermedad, sino por culpa de un hombre que se creía con el derecho de arrebatarle la vida a otro, por su pura codicia, avaricia, egoísmo. Yo era sólo un niño cuándo me quitaron a mi padre, pero fui creciendo y respecto a ese tema, la conclusión que más me calmaba era que el que a hierro mata, a hierro muere.
Todos los problemas que acarrearon la muerte de mi padre, la depresión de mi madre, las dificultades económicas, el miedo con el que vivíamos día a día, todos esos recuerdos dolorosos y malos ratos eran la llama que encendían y mantenían vivo mi odio, mi rencor, alimentaban mi sed de venganza. En las noches no hacía más que pensar en la manera de hacer pagar a quién le dio tanto sufrimiento a mi mamá, a mí y a algunas personas que amo.
Divagando en mi mente y conduciendo de forma automática apenas noté que había llegado, hasta que vi el dichoso puente. Al acercar mi auto a él, alarmas imaginarias empezaron a sonar en mi oído, por un momento pensé claramente, ¿y si esto era una trampa? De pronto no me dio buena espina tanta soledad y tranquilidad en el lugar, ¿y si hay alguien escondido por allí? Bueno, pero no me harían nada, no me quieren a mí, no deben saber que yo escondo a los chicos, porque sino habrían ido hasta mi casa, ¿no? Estaré bien. Pero en caso de que deba escapar, dejaré el auto encendido.
Había aparcado al lado de la acera que daba al puente. Era una pequeña estructura de piedra que servía como entrada al parque del vecindario, ya que para llegar había que cruzar un pequeño riachuelo no tan profundo, pero quién quería mojarse los pies para hacerlo, así que estaba el puentecito. Recuerdo que miles de veces Jaesoo, Jungkook y yo nos escapabamos a jugar aquí siempre que había alguna reunión en la casa de los Min, que no queda muy lejos. Por curiosidad eché un vistazo hacia la dirección de la casa, y pude divisarla, todo estaba cerrado, pero extrañamente salía humo por la chimenea, ¿uh?
No me entretuve mucho con eso y caminé de una buena vez al puente, arriba obviamente no había nada, así que me deslicé por el césped a un lado del puente agarrandome de una piedra que sobresalía de él para no caerme al riachuelo. Con la linterna de mi celular alumbré todo en busca de alguna bolsa o bolso, pero nada, ¿entonces?
Subí nuevamente, crucé el puente y revisé por el otro lado. Nada. De momento me alarmé viendo de un lado a otro, ¿me estarán observando antes de hacerme algo? No, no, no había nadie por ningún lado, era un espacio abierto, no había nada con que cubrirse, apenas unos árboles no tan gruesos. Solté un fuerte suspiro y volví al auto. Di un último vistazo al parque antes de avanzar, pero no vi nada que llamara la atención así que derrotado arranqué más rápido.
Bajé la velocidad cuándo estaba pasando frente a la casa de Jaesoo. Volví a ver el humo en la chimenea. Frené de repente. ¿Seguirá ahí Baegi? Antes de pensarlo mejor, bajé del auto, crucé la calle rápidamente y toqué la puerta cuándo ya estaba frente a ella. Tres toques firmes.