Narra Jungkook:
Volvía a sentirme como un niño, como un niño aterrorizado. Era tan familiar pero a la vez tan nuevo el temor que nublaba mi mente, ese sentimiento de alerta, la adrenalina que me hacía correr como un desquiciado. Ya antes había huido así, me había enfrentado a situaciones como ésta con Deukook, cuándo le contradecía o le alzaba la voz para decir que no a sus peticiones, y sus amenazas me hacían salir despavorido en busca de un refugio que nunca alcanzaba a encontrar puesto que él me atrapaba siempre, pero con la policía, con ellos no había tenido que lidiar.
Había dejado a un hombre casi inconsciente, o qué se yo si ya lo estaba, quizá hasta muerto podría estar, ¿cómo iba a salvarme de eso ante la policía? Si había llamado una enllantada señora que seguro diría muchas cosas en mi contra, que no le sería difícil a los agentes creer, y que seguro tendrían un deje de cierto.
Nunca me había enfrentado así a mi padre, no le había levantado la mano jamás. Él me dominaba en todos los sentidos, gracias a el miedo que infundía en mí, en nosotros dos. Seokjin y yo ahora lo habíamos golpeado descargando años de furia, se había sentido tan bien y liberador, pero ahora nos ha metido más en problemas.
Ya nos habíamos alejado bastante del vecindario. Seokjin bajó la velocidad, empezó a trotar para recuperar el aliento. Las sirenas ya no atormentaban mis oídos y mis piernas empezaban a arder como nunca.
—Creo que... ya... podemos... caminar.— Dijo de manera entrecortada, respirando con dificultad.— No debí dejar el gimnasio.— Paró un momento y se dobló sobre sí mismo riendo.
Yo reí, típico de Seokjin, siempre trata de hacer un chiste en situaciones demasiado bizarras. Recuerdo una vez en la que Deukook le destrozó la cara y ni siquiera lloró, sólo se quedó sentado en el piso, recostado de la pared, se miró en el espejo de la habitación y dijo: "¿Ahora cómo voy a hacer que todos me elijan el más lindo del baile de graduación?". Ah, es increíble.
—¿A dónde vamos a ir?— Pregunté parándome frente a él.
—¿A dónde más? Con Taehyung.— Se volvió a erguir para seguir caminando. Tomó su bolso del piso y retomó camino con paso calmado.
—¿Sabes cuán lejos queda eso?— Le reproché.— Es a las afueras de la cuidad.— Lo seguí al notar que él no paraba sus pasos.— Vamos a llegar al amanecer como mínimo si vamos a pie.
—Ay. No exageres Jungkook.— Torció los ojos.— Además, es el único lugar a dónde podemos ir.
—¿No podemos ir con mamá?— Pregunté esperanzado.
Necesitaba refugiarme en sus brazos, ansiaba tanto su cariño, y dejar como un adolescente normal, mis preocupaciones en sus manos, o que por lo menos me ayudara a deshacerme de ellas, que nos ayudara a resolver los problemas en los que estamos metidos hasta el cuello.
—No creo que sea posible.— Seokjin paró en seco, y yo lo imité.— Jungkook, sabes que no le interesamos nada en realidad.
No me miró a la cara a pesar de estar frente a mí, sus palabras le hicieron ocultar los ojos bajo su flequillo negro, supongo para ocultar que se le aguaban.
—Ya viste que ni nos ofreció una solución, ni un escape, nada.— Continuó hablando. Ahora tensandose.— Su alegría y atención al besarnos y abrazarnos me engañó por un momento, pero pensemos bien, ¿en serio en tantos años ella no pudo hacer lo que ha hecho hoy? Buscarnos. Se me hace difícil en éste momento justificarle tantos años de ausencia, por más asustada que estuviese, pasaron diez años en los que sabía que sus hijos aún pequeños, crecían sufriendo bajo el “cuidado”...— Remarcó la palabra con acidez en su voz.— de un demonio que ella sabe que sólo vela por sus intereses y es realmente un maldito loco.— Suspiró dejando de empuñar sus manos como la hacía por la rabia con la que decía lo que decía.— No puedo comerme su cuento. Y tú tampoco.
Reanudó su caminata, y me hizo seña para que lo siguiera.
Mi silencio le hizo notar que estaba de acuerdo con lo que decía. Ya con sus palabras terminé de ahogar mi esperanza. Basta de soñar que algún día me rescataran de esto, es patético, lo sé, pero lo soñaba cada día. No dejaba de añorar el rescate por parte de mi madre, aunque pensara que también debíamos rescatarla.
Podría tirarme en el piso en éste instante, y llorar como nunca, ponerme en posición fetal hasta deshidratarme de tantas lágrimas que saldrían de mí. Pero no puedo, no debo, yo soy fuerte, y de esto debemos salir.
—Mira, tengo para el taxi.— Seokjin interrumpió mis pensamientos, pasando un billete por mi cara y con una sonrisa en la suya.— Que dicha encontrar dinero que no sabias que tenías en los bolsillos.
Yo imité su gesto, pero no del todo alegre.
Caminamos un poco más, hasta llegar a la avenida, él paró un taxi y nos subimos, rumbo a la casa de Taehyung.
A la media hora, estábamos nuevamente frente a la casa que en la que habíamos estado hace unas horas. Todo estaba ya apagado, y parecía que dormían, pero no lo creo, Taehyung se desvela mucho jugando vídeo juegos o viendo películas. Le hubiese avisado que venía, pero sin celular no podía.
Toqué el timbre una vez, y no salió nadie. Lo toqué dos veces y nada. Hasta que Seokjin se impacientó y empezó a tocarlo insistentemente.
—¡¿Qué?!— Gritó Taehyung exasperado, a lo que reí.
Sentimos como se asomaba en el picaporte, y luego abría como mil cerraduras. Paranoico.
—No los esperaba tan pronto.— Dijo con sorpresa en su rostro.— ¿Qué ha sucedido?
—Larga historia.— Dijo mi hermano, empujándolo para pasar.
Yo lo seguí, con la mirada de Tae taladrandome, exigiendo una explicación.
Al pasar a la sala pude ver que en efecto Taehyung estaba jugando vídeo juegos, por la pantalla grande que mostraba Call of Duty pausado. Y en el mueble estaba Jaesoo esperándolo.
Ella me miraba con la misma expresión que Taehyung, y también Yoongi que bajaba adormilado por las escaleras.
—¿Qué pasó?— Dijo el último.
—Sí, ¿qué hacen aquí?— Taehyung miraba ahora a Seokjin, con una ceja levantada y expresión divertida.
Seokjin y Tae no se llevaban bien, eran como agua y aceite, siempre cruzaban pocas palabras y se notaba a leguas que no se soportaban. Aunque ambos fueran burlones, sus personalidades chocaban. A Seokjin no le gustaba recibir ayuda de Taehyung, y tampoco que yo le contase tantas cosas sobre nosotros, lo veía como un niño protegido por su madre, un incompetente. Y Tae, a pesar de no ser una persona muy rencorosa y que amaba a medio mundo, odiaba el concepto que tenía Seokjin de él, no era como que lo odiara a él en sí, simplemente no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer para demostrar a mi hermano que no era como él pensaba, detestaba que lo juzgaran a primera instancia, y cómo mi hermano lo trataba, no toleraba a Seokjin en lo absoluto. Debía estar con esa expresión divertida porque Seokjin buscaba refugio en su casa.
—Nada en especial.— Mi hermano se tiró en el sofá pequeño al lado del grande en el que estaba Jaesoo.
—Umh, así que has venido por gusto a mi casa...— Taehyung puso su mano en su mentón, denotando que pensaba.— ¿No será porque huyen de la policía?
Me sorprendió mucho escuchar eso de la boca de Taehyung, ¿cómo sabía eso? No le he avisado nada, y la cosa había pasado hace apenas una hora.
—¿Cómo sabes eso?— Preguntó Seokjin tan confundido como yo.
—Simplemente lo sé.— Se encogió de hombros Tae.— Ahora, lo que no sé, es la razón, así que cuenten.— Cruzó sus brazos y tomó asiento al lado de Jaesoo en el sofá.
Los hermanos Min nos observaban atentamente, esperando a que habláramos, con preocupación y confusión en sus rostros. Yo fui al lado de Seokjin y me senté en el reposa brazos del sofá.
—Primero debes decirnos como sabes eso.— Hablé serio hacia mi amigo.
—No soy tan tonto e incompetente como se piensa de mí.— Dijo con una sonrisa ladina.