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Ana guarda en su corazón un dolor que la hace llevar una vida triste, amante de los libros aprovecha cada historia para escapar de su re...
Maratón 6...y penúltimo Cuando despertó, el sol iluminaba completamente la estancia, se frotó los ojos para tratar de acostumbrase a la luz, pero no hizo mucho efecto, se incorporó en la cama y la sabana resbaló por su cuerpo desnudo, miró a su alrededor pero se encontró sola en la habitación, miró al pie de la cama y vio su vestido perfectamente acomodado en la otomana.
Se levantó y lió la sabana por su cuerpo y se dirigió al baño, cuando entró noto que había una toalla blanca y sobre ella un cepillo de dientes nuevo, y al lado varios artículos de higiene femenino, sonrió y con diligencia se dio una ducha, cuando termino salió a la habitación y miró a su vestido no quería ponérselo pero no tenía otra opción, se acercó hasta el borde de la cama y cuando llegó recién notó que había más ropa al lado de su vestido, perfectamente doblada y acomodada, había un juego de ropa interior de encaje negro, un jeans negro, un cardigán color marrón claro con mangas anchas y unas botas negras, como siempre Christian había pensado en todo,
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se vistió y salió de la habitación con dirección a la cocina, esperaba encontrárselo ahí,
Mientras bajaba las escaleras, llamo a su papa y acordó desayunar con él el próximo fin de semana, luego llamó a Kate pero fue directo a buzón de voz, y al mirar la hora entendió, eran apenas las 10 de la mañana.
Llegó a la cocina pero la encontró vacía, solo había una nota sobre la mesada de desayuno.
Ana:
Salí a correr y probablemente tarde un poco,
Por favor sírvete lo que quieras
Christian.
Si bien la nota no tenía nada de extraño había algo en el tono del mensaje que no terminaba de gustarle, pero decidió hacer caso omiso, y se dedicó a ver que había en la nevera para desayunar.
Cuando acabó, limpio toda la estancia, desde que despertó había pasado casi 1 hora y todavía no había noticias de Christian, mientras desayunaba decidió llamarlo, pero jamás respondió, seguro seguía corriendo por eso no podía atender
Empezó a vagar por la casa, pero se dio cuenta de que sin él, parecía un museo solitario, se recordó que le había dicho que la biblioteca estaba a su disposición, así que se dirigió hasta ahí, estaba mirando los libros que componían su vasta colección cuando el pitido de su teléfono hizo saltar su corazón.
Con entusiasmo miró la pantalla pero se decepciono un poco al notar que era Mía quien le había enviado un mensaje.
M: hola Ana, los esperamos en casa para el almuerzo a la 1, te escribo a ti, porque el insufrible de mi hermano no contesta, nos vemos.
