3 | A salvo

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Capítulo 3 | A salvo.


No soy una persona de estatura baja, pero aun con mi rostro elevado lo primero que veía era el gran pecho del hombro, era gigante, pero no del modo vulgar. Unos profundos ojos celestes me miraban fijamente, evaluándome, las gruesas cejas y nariz recta lo hacían verse muy "masculino" una fina capa de barba rodeaba sus labios, ni muy finos ni gruesos. El cabello castaño oscuro contrastaba con la piel dorada del hombre.


Definitivamente, Dalton Price estaba más que bueno, aunque muy "loco".


— ¿Qué quieres? —eleve mi rostro y puse una expresión seria, neutra.


—Algo que no te puede niimaginar—me dio una cálida sonrisa—. ¿Quieres sentarte? —señalo el elegante sofá a unos metros—. ¿Cómo fue el viaje? ¿Te trataron bien? —miro fugazmente a los dos hombres que estaban en la habitación.


—No lose—sonreí sarcásticamente mientras caminaba y me sentaba en el sofá—. Me mantuvieron inconsciente por horas.


Cerré mis manos en puños cuando las sentí temblar.


—Lamento mucho eso—se sentó frente a mí—. Era por tu seguridad temíamos que intentando escapar pudieras hacerte daño.


— ¿Es enserio? —fruncí mi ceño—. Me han secuestrado.


—Si—sonrió levemente ladeando su cabeza—. Eso fue casi sin querer, tenía que traerte aquí de una forma u otra.


— ¿Me quieres decir que quieres? —me abrace a mí misma.


—Es complicado—bufe—. Y sinceramente nose por donde comenzar.


—Por el principio—reproche.


—No te diré todo—negó casi como si hablara consigo mismo—. No si lo hago, me consideraras un loco—me miro.


—Ya eres un loco—masculle.


—Ya—frunció su ceño—. Digamos que por situaciones cotidianas, mande a analizar mi esperma—murmuro por lo bajo—. A Brookline, una amiga trabaja ahí entonces me pareció lo mejor, además no podía tardar mucho. Sucedió que esa misma semana, también se hizo la visita de universitarios al laboratorio—pude jurar que casi gruño—. Para no alargar tanto esto, simplemente diré que mi muestra llego a otra sección y termino en ti.


Parpado sin apartar la mirada.


— ¿Estar queriendo decir, que tu esperma fue el que me dieron?


—Sí, me tomo un mes y medio hacer las averiguaciones, porque los estudios que me devolvieron decían que tenía alteraciones hormonales—rodoo sus ojos—. Algo imposible porque justamente un mes antes me hice un estudio completo, que no demostró eso. Lo que me costó más fue encontrarte.


—Ve al punto—pedí acariciando mi panza.


—Ese bebe que esperas es mío—me miró fijamente—. Y quiero a ese bebe.


—Debes estar bromeando—negué—. Esto no es legal, no tiene ningún derecho, no importa si fue error o no, no tienes derecho en esto.


—Dulce—me miro—. Es mi hijo, simplemente no puedes evitar esto.


—No, no—negué parándome—. No me importa, llevare esto a juicio cualquier juez me dará la custodia, estoy amparada por la ley, no podrás hacer nada—lo señale.


— ¿Y tú sí? —sonrió acomodándose en el sofá—. ¿Acaso te has olvidado como has llegado aquí? —me estremecí ante la tranquilidad de su voz—. ¿O me puedes explicar que ley te ampara dentro de mi casa? —sentí mis ojos llenarse lágrimas, pero no solté ninguna—. ¿O cómo vas hacer para ir a juicio conmigo sin poder salir? —jadee—. No soy malo Dulce—adopto esa sonrisa—. No quiero hacerte daño, pero no saldrás de mi casa.


—No me puedes retener toda una vida—chille.


—No—suspiro levantándose—. Solo necesito seis meses.


—No te quedaras con mi bebe—discutí.


—Dulce, Dulce, Dulce—negó sonriendo—. Es un bonito nombre.


—Idiota—escupí.


—No, no, no—negó acercándose, cuando estuvo frente a mí, podía sentir el calor que emanaba su cuerpo—. No llenes tu boca, con palabras feas.


— ¡Maldito! —chille proporcionándole una cachetada.


El sonido del golpe siguió por un silencio, un ardor se extendió por mi palma mientras veía el rostro de Dalton levemente inclinado a un lado, mientras su mejilla empezaba a adoptar un tono rosado.


— ¿Ruda, eh? —volvió a mirarme con una mano en su mejilla—. No tengo problemas con una mujer con carácter—rio—. Pero te aconsejaría que no volvieras a intentar hacer algo físico en mi contra—la mirada gélida que me dio me hizo temblar.


Me abrace con fuerza mirando a Dalton.


Tenía miedo.


No podía estar pasándome esto.


No ahora.


No.


—No hagas eso—lo mire, su ceño estaba fruncido—. No des esa mirada llena de miedo, te hace muy vulnerable.


—Ahora mismo estoy vulnerable—le di una sonrisa triste.


—No—se cruzó de brazos—. Estas a salvo—fue lo último que dijo antes de darme la espalda. 


* * *

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