Capitulo cincuenta y tres | Pasado II
—Mientes—negué—. El no haría algo así.
—Nunca sabré la verdadera razón de porque lo hizo, pero créeme, le devolverle el dolor que me hizo sentir.
Respire profundo sintiendo el temblor en mi cuerpo, no me gustaba nada.
—¿De qué hablas?
—Sabias que él no podía tener hijos—asentí—. Siempre lo supimos, desde que éramos adolescentes toda mi familia lo supo. Dalton era un Alfa inservible—vi la sonrisa ladeada que hizo—. No podía darle perpetuidad a la manada, así que nunca podría tener una propia.
—Fue un error—establecí—. Dean es la prueba de eso.
—Cierto—coincidió—. Pero hay cosas que tú no sabes Dulce, cosas que debes saber antes de seguir con tu vida.
—Dilo.
—Dalton siempre supo que eras su destino—fruncí mi ceño—. Aun mucho antes de que te embarazaras de tu hijo.
—Eso es imposible—negué—. Yo lo conocí aquí.
—Pero el no—negó—. Dalton conoció a una Dulce muy diferente a esta—me señalo—. Conoció a una chiquilla desviada, una chica con dinero que se ahogaba en mucha mierda—negué—. Recuerdo ese día, lo recuerdo perfectamente, estabas en un hospital, completamente perdida.
—Eso no es cierto.
—Acompañe ese día a mi hermano, Dalton solía hacerse varios estudios al año para ver cuál era su problema de infertilidad—conto—. Entonces él te conoció, te sintió. Lo seguí cuando entro al cuarto tuyo, lo vi leer tu historial médico y presencié como te miraba de pies a cabeza, antes de abandonarte. Supimos que estabas sola, que no tenías familia y todo eso—asintió—. Dalton me pidió que olvidara eso, después de todo, ¿Quién querría tener a una adicta a su lado? Por no agregar, que tenemos que evitar emparejarnos con nuestro destino.
—Lo que dices no tiene sentido Demian.
—Él te uso Dulce—advirtió—. Dalton estuvo todos estos años ocupándose de la manada, sin poder tener hijos, algo esencial. Entonces visito esa reconocida clínica y vaya, justamente te encontró—sonrió—. Lo demás, deberías deducirlo.
—Fue un error, él lo dijo.
—Dijo lo que le convenía—bufo—. Su intención desde el día uno fue usarte como vientre para su bebe, probo y quedaste embarazada. Te vigilo lo suficiente, antes de traerte aquí—dijo—. Siempre tuvo en mente arrebatarte a tu hijo. ¿Por qué no lo hizo? Miles de hipótesis puedo decir, pero todavía no tengo una respuesta para eso.
Un silencio ensordecedor empezó a reinar por el lugar, podría decir que el mundo se paró en ese instante. Pero no era así, mi mundo se había parado.