41 | Ingenua

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Capitulo cuarenta y uno | Ingenua


—Ya tienes un culito muy limpio—no pude evitar quedar viendo a Dean durante unos segundos antes de terminar de cambiarlo con ropa completamente limpia—. Si haces mucha mierda ahora, no quiero imaginar en unos meses.


Sonreí como estúpida mientras escucha el suave quejido que hacia mientras movía sus pequeñas manitos, él todavía era tan pequeño e indefenso.


Amaba y seguramente atesoraría estos momentos para toda la vida. Dean verdaderamente se había ganado todos mis sentimientos en tan solo mínimos minutos.


Una paz se apodero de la habitación y de mi cuerpo, mientras sostenía a Dean contra mi pecho escuchando su suave respiración contra mi cuello. La verdad era muy asombrosa la tranquilidad que el tenia. Si bien mostraba algo de su carácter cada vez que estaba sucio o con hambre, yo había esperado más lloriqueo de su parte, mas caos.


Aunque Myriam me había aclarado que era algo completamente normal en su especie, no podía evitar asombrarme, el que un pequeño bebe se sintiera seguro y en paz con solo sentirme cerca de él. Era asombroso.


Espere mi debido tiempo al lado de la pequeña cuna que había en mi habitación, asegurándome que estuviera completamente dormido. Aun cuando el tenía su propia habitación completamente equipada, a tan solo unos metros de la mía, todavía no tenía la confianza de dejarlo completamente solo.


Cuando me senté sobre la cama, fui verdaderamente consiente de todo a mi alrededor. Las palpitaciones de mi corazón se aceleraron, el calor inundo mi cuerpo y la ansiedad de la anticipación me embargo.


Destinos.


Así lo había llamado Isaiah, desde entonces había evitado durante cuatro días a Dalton. Los pocos segundos que había estado en su presencia, fueron agonía.


Cada momento en que estaba sin nada que hacer, mi cuerpo y mi mente lo recordaban, lo pedían. Parecía que cada vez que lo evitaba apropósito, mi mente se empecinaba a recordármelo una y otra vez.


"Los sentimientos, el compañerismo, el deseo, todo es instantáneo"


Esas palabras no se salían de mi mente, cada una de ellas me hacía ser consiente de todo lo que me estaba enloqueciendo.


Al principio me había negado a esa posibilidad. Verdaderamente me había llamado a mí misma estúpida por tan solo considerarlo, pero todo cuadraba exactamente, todo había salido de repente a partir de ese beso.


—Tengo miedo—mire a Dalton parado contra el marco de la puerta—. De preguntar qué piensas.


—¿Por qué? —respiré profundamente cuando dio un paso dentro de la habitación y sentí mi piel erizarse—. Si ya lo sabes.


Guarde silencio mientras lo veía caminar hasta la cuna de Dean y mirarlo por unos segundos, antes de volcar sus ojos en mi dirección. Fue una sola mirada, simple y sin nada especial, pero mi cuerpo lo tomo de mil maneras diferentes.

Tendremos un Bebe-LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora