Capitulo cincuenta y siete | Intenciones
Fui espectadora de rápidas miradas que se daban los hermanos una y otra vez mientras miraban al hombre frente nuestro. No supe si se me hizo a mí, pero claramente el tiempo pasaba y ninguno daba un paso certero a hacer algo, cuando Dean se removió en mis brazos fue como si toda la extraña escena junto con el gran silencio que nos rodeaba se rompiera dentro del auto. Me perdí en la confusa rápida charla entre los hermanos mientras no dejaba de hamacar a mi hijo en brazos con mis ojos puesto en el hombre que aparentemente no se movería.
—Dulce debes alejarte de este lugar—mire a Isaiah cuando me hablo directamente—. Te dejaremos el coche y volverás a la manada.
—¿Qué?
—Nosotros lo retendremos lo más posible—me miro fijo ignorándome—. Pero no queremos dañarlo, es nuestro hermano—miro a su gemelo cuando este bufo—. Debes irte de aquí, nosotros te alcanzaremos.
—Isaiah—negué—. Él no nos hará daño.
—No puedes estar segura de eso—lo dijo en un tono tan bajo y resignado—. Tienes que pensar en tu vida, y en tu hijo—rápidamente mire a mi bebe.
Me negué a aceptar sus palabras, fuera lo que fuera que estuviera esperando Demian, no lo creía capaz de hacerme daño, hacernos daño a su propia sangre. Aun sabiendo todo, el Demian que conocía no era ese del que todos hablaban.
—Dulce—deje de pensar cuando un gruñido salió de los labios de Isaiah—. ¿Podrás hacerlo?
Dios.
—Isaac—lo llame y espere unos segundos hasta que el apartara su mirada del frente y la pusiera sobre mí—. Quiero que sostengas a Dean—ambos me dedicaron una mirada de incredulidad—. Yo sé que ustedes están preocupados, pero no creo que él nos haga daño, así que saldré y hablare con el—rápidamente capte la negativa proveniente de ellos—. Solo quiero hablarle, y si no toman a Dean, saldré con el—intente sonar lo más convencida posible—. Demian nunca ha visto a mi hijo y no creo que esa sea la mejor situación.
Me negué a escuchar las múltiples protestas de ambos hermanos, y en el momento en que claramente vi como Demian elevaba su barbilla en mi dirección, no pude evitar abrir la puerta. Me estire hasta dejar a Dean con Isaac que no tuvo otra opción que sostenerlo.
—Por favor, déjenme esto a mí—pedí saliendo del auto y rogando a cualquier santo que nada malo sucediera.
Cuando me sostuve sobre mis pies claramente noté los temblores de mis piernas. Sin embargo, con cada paso que daba en dirección de Demian, me cuestionaba seriamente mi decisión, me pare a un metro de él y cuando me detuve guardando mis manos sobre mis bolsillos traseros, no pude evitar fijarme en la falsa sonrisa que empezó a adornar su rostro.