Capitulo veintisiete | Culpa
—¿Disculpa?
Creo que el tono de mi voz más la mala cara que le puse fue suficiente para que se levantara y me mirara desde arriba.
—Digo—miro a la casa—. Las embarazadas se cansan rápido y bueno, a los últimos días, apenas si se pueden mover.
La verdad no le creí ninguna de sus palabras. Tal vez era de esas personas que se sentía bien asustando o diciendo cosas feas a las demás personas.
—Supongo que me debo despedir—la verdad no le dije nada debido a que aun cuando lo veía adentrarse al bosque, tenía ese sentimiento amargo que me habían dejado sus palabras.
Cuando ya no lo pude ver más, me relajé. No sabía porque, pero sus palabras habían sonado con tanto odio y convicción que me habían caído muy mal.
Me reacomode para poder seguir mi lectura y ya cuando había leído tres oraciones escuche pasos acercándose. Rápidamente mire y el ceño frunció de Dalton me sorprendió.
Guarde silencio cuando se paró a unos pasos de mi e inspecciono toda mi imagen deteniéndose en mi vientre durante un buen tiempo. Cerré el libro cuando empezó a mirar toda la longitud del bosque que daba a la casa, su mirada era pura determinación y desconfianza. ¿Acaso había visto algo? ¿Debía hablar del hombre?
—¿Sucede algo? —quise darme una palmadita a mí misma cuando mi voz no dudo ni se sintió extraña. Aunque espere un buen tiempo una respuesta—. ¿Dalton?
—No me gusta que estés aquí sola—espeto sin mirarme.
No sé cuál fue la razón, el hecho de que fuera él. O el que lo dijera de forma tan dura, como si tuviera algún derecho.
—No es como si me fuera a escapar imbécil—bufe levantándome con cuidado, sintiendo su mirada en mi—. No soy tan inconsciente, sé que estoy en mis últimos momentos así—me señale—. No tienes que ser tan borde y recordarme que lo último que quiero es alejarme de ti.
—No lo decía...
—No importa.
No espere otra inútil respuesta, solo me aleje. La presencia de Dalton cada día se me hacía más" imponente", lo podía sentir en cada nervio en mi cuerpo y no me agradaba. Era como si yo misma no quisiera tratarlo así.
* * *
Deje de ver la ropa sobre la cama que estaba a punto de probarme cuando la puerta de mi cuarto fue tocada, aun no era hora de la cena. La sorpresa fue inmediata cuando abrí e Isaac me miro con sus ojos fríos.
Dios, los hermanos Price tenían ojos idénticos, pero cada uno contaba con una imagen diferente.