25 | Razón

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Capitulo veinticinco | Razón


Di exactamente tres pasos hacia atrás alejándome de su cuerpo y a la vez notando leves detalles como los pequeños tonos de verde que acompañaban al celeste de sus ojos.


—¿Qué quieres? —pregunte.


—Solo...—rasco su nuca—. Quiero hablar contigo.


—¿Acaso no lo entiendes? —indague—. Me escape de ti más de una vez. Con eso el mensaje debería estar más que claro—lo señale—. No quiero estar cerca tuyo. No te quiero ni ver.


—Creo que eso será un gran inconveniente—le dio una larga mirada a mi vientre antes de mirarme de nuevo.


—Es chocante hablar contigo y más de mi embarazo—acaricie mi vientre—. Te crees alguien con derechos sobre él bebe. Pero no es así Dalton, fui yo la que empezó todo esto, la que aguanto miles de tratamientos, revisiones y cuidados para poder conseguirlo. Tu solo eres un error en el camino—sentí un nudo en mi garganta—. Decidí ser una gran madre y lo seré, me importa poco y nada todo lo que hayas investigado sobre mí—me dio una mirada dudosa—. Porque créeme las personas pueden decir miles de mentiras.


—Entiendo eso Dulce, sé que buscaste esto, pero...


—Yo lo busque. Tu no. Es un daño colateral para ti, Dalton. Sea como sea, no es algo que deseaste, solo tuviste que aceptarlo.


—No es así—replico—. No sabes nada de cómo me siento al respecto de este bebe, así que no hables como si lo supieras.


—Acepto eso. Pero no puedo creer que tengas buenas intenciones con un bebe que no buscaste, cuando lo primero que quieres hacer es alejarlo de su madre.


—¡Es lo mejor! —guarde silencio aun sintiendo el estremecimiento que me dio cuando elevo su voz, me sentía tan pequeña, tan débil—. Dulce—respiro hondo—. Sé que suena horrible, pero son cosas que no entiendes.


—No es como si existiera una razón tan grande como para hacer eso.


—Dulce, no quiero que llevemos esto así, solo...


—Así se lo último que haga—lo corte—. Hare todo lo posible para quedarme con este bebe—advertí antes de abandonar la cocina.


Me detuve a unos pasos de la puerta cerrada mirando mis manos, temblaban. No era el sentimiento de miedo que me invadía, pero de igual forma mi cuerpo reaccionaba con él.


* * *


Cerré el libro a mitad de la lectura marcando la página y agarré el que había junto a este en el estante. Había descubierto que todos los libros fantasiosos que había en esa biblioteca habían sido escritos por mujeres.

Tendremos un Bebe-LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora