Capitulo catorce | Vuelta.
—El bebe que cargas, es mío. Lo que digo es simple y claro, no puedo dejarte con mi hijo.
—Este bebe está dentro mío, tuve que tragarme mucha mierda para poder tenerlo, la situación es simple y clara—ironice—. No te lo daré.
—No hay muchas opciones, Dulce—paso una mano por su cabello—. No te daré al niño, debes aceptarlo y entender que no hay otra opción.
—Tu no lo entiendes—respire profundamente cuando mi voz se quebró—. Es mi hijo, lo único que tengo ahora y tendré siempre. No lo dejare tan fácilmente.
—Sé que no lo harás, Dulce—susurro—. Pero ya te encuentras en las ultimas estancias, ahora las cosas se complicaran y por favor te aconsejo no hacer nada extremo, ahora tienes que pensar en él bebe, algo malo te puede pasar si escapas otra vez.
—Pero si me quedo, a fin de cuentas no será muy diferente.
—Sé que lo que te pido es muy difícil—suspiro—. Pero ahora corres mucho riesgo—fruncí mi ceño—. No deberías meterte en muchos problemas.
No dije nada al respecto y me recosté sobre el respaldar de la cama mientras lo veía salir de la habitación en pleno silencio dejándome completamente sola.
Dalton Price.
Tal vez uno de sus objetivos era asustarme, puesto que aunque estoy casi en ultimas estancias, no estoy tan mal como él dice, este embarazo sacando algunos puntos no fue tan molesto como muchas mujeres afirman que es.
Creo que aunque no me he puesto a pensar mucho en eso, este bebe será muy tranquilo, rasgo que de mi parte claramente no habrá sacado, aunque conociendo a su otro progenitor no sabría de donde saco esa cualidad.
Mi bebe.
Porque era mio dentro de todo y no importaba, verdaderamente no importaba todo lo que ellos dijeron, era mío. Y no sería de nadie más, mi bebe estará conmigo siempre, y nadie podrá impedir eso.
El será mi luz, mi familia.
* * *
Baje las escaleras con una lentitud que hasta a mí me irritaba, no era miedo, no nada parecido. Pero bien sabía que me fui de esta casa huyendo, dejando atrás a personas que seguramente salieron perjudicadas.
¿Un pequeño sacrificio? No lo tomaba así, sabía que estaba mal ponerlos en la situación en la que los puse, pero debía intentarlo.
No diré que me sorprendió tener la puerta abierta a mi propio gusto, tampoco me sorprendió que la tocaran hace unos minutos haciéndome saber que ya era de día, y seguramente el desayuno ya estaba listo.