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Capítulo dieciseis | Detalles


—¿Porque estás tan interesada en mí familia? —pregunto Dalton sentado en su escritorio.


—Digamos que me interesa saber con quiénes crecerá mí hijo—mentí mirando fijamente la pared de foros, especialmente aquella que él había señalado como su familia.


Era la típica foto familiar donde estaban los hijos sentados en el verde pasto, con sus padres de pie abrazados y con un bosque a sus espaldas, mostrando grandes tierras y un hermoso paisaje.


—Mucha curiosidad de tu parte—murmuro antes de levantarse y pararse junto a mi—. Mí madre, Myriam. Mí padre, Adrián. Yo. El segundo hermano: Demian. Y los mellizos menores: Isaac e Isaiah.


Asentí sin decir ninguna otra palabra. Ya estaba preguntando demasiado y tal vez si seguía el podría llegar a sospechar mucho más de lo que seguramente ya lo hacía. Porque Dalton podía hacerse el tonto y desentendido pero sabía perfectamente que el miraba dos veces cada paso que yo daba. Tenía que irme con demasiado cuidado si quería seguir con este plan.


Porque esta vez no fallaría, de eso estaba muy segura.


Tome el libro que había estado leyendo últimamente y me dirigí a un sofá individual a seguir la lectura, hoy Dalton estaba a cargo de mí vigilancia, ya que muchas mujeres estaban preparando alguna festividad de la comunidad.


Hasta donde había llegado a averiguar, su madre Myriam era muy defensora de la familia, cada anécdota que el me contaba lo demostraba, así que es una vía segura. Sus padres no estaban separados, ni tampoco se llevaban mal, es más, según él mismo se amaban, pero no vivían juntos. Otro punto a favor.


El segundo hijo, Demian, fue un erudito y el preferido de su padre, pero por una razón que no me quiso contar, Demian huyó al cumplir su mayoría de edad, desde entonces nadie sabe nada de él, salvo su madre que recibe dos cartas al año.


Divino hijo.


Por último los mellizos, mayormente estaban juntos y eran casi inseparables. Pero hacía dos años se decidió que uno viviera con su padre y otro con su madre, se ven casi siempre pero no viven tan unidos como antes.


* * *


—Vale gracias—dije después de escuchar nuevamente el número de la tarjeta, podía asegurar que ya me lo sabía de memoria, pero si quería seguir fastidiando debía seguir—. ¿Oye, podrías ir a la cocina por algo para beber y comer? —cuando me miró con desconfianza agregue—. Iría yo pero a esta hora está Lais, y últimamente no nos hemos llevado bien, así que la estoy enviando.


La mujer asintió comprendiendo la situación, y antes de salir me dio una larga mirada, creo que quiso darme de esas de advertencia, pero no le funcionó mucho la verdad. Cuando deje de escuchar sus pasos abrí otra ventana en la página de internet.

Tendremos un Bebe-LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora