29 | Demian

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Capitulo veintinueve | Demian


Dios, hoy definitivamente me encontraba mucho más que irritable. Nada me hacía sentir cómoda, definitivamente hoy mi cuerpo se había puesto en mi contra.


No había podido ingerir más de tres bocados en el desayuno, ni siquiera él te dé siempre me había caído bien. Me había recostado en el sofá un rato y hasta eso me había molestado, no, no era esa la palabra.


Pero el sentir una presión en mi pelvis y los movimientos en mi vientre día a día eran mas fuertes y notorios. En un principio era algo extraño, pero no molestaba, como ahora.


Al final, cuando noté la hostilidad que básicamente emanaba, me decidí por salir al patio. Había algo en lo alto de sus árboles, en el leve viento que soplaba de vez en cuando, el aroma limpio, la tranquilidad del lugar, todo me transmitía paz. Era como si fuera mi lugar favorito en el mundo y cada vez que estaba cerca, viéndolo, sentía euforia. Mi corazón se aceleraba y mi cuerpo se relajaba a tal punto de sentirme tan bien.


Con lo odiosa que estaba no había preparado tan bien mi salida, la manta de siempre ya estaba extendida debajo de mí, había traído conmigo una botella de agua por si acaso y el primer libro que había visto a mano. Este mismo estaba cerrado a un costado de mi hace unos minutos, mientras no dejaba de ver en dirección del bosque.


Soplaba un leve viento, que no era lo suficiente fuerte, como para darme frio aun con el fino vestido que traía puesto. Había pasado un par de días desde la última vez que había estado aquí, afuera.


—Me había resignado a no verte más aquí.


Le vi su sonrisa y ahora mismo, más que nunca, entendía el porqué. Porque lo sentía tan, familiar. Guarde silencio mientras sus ojos inspeccionaban la entrada trasera de la casa, antes de avanza runos pasos más a mí. Cuando lo vi sentarse en el pasto, cerca mío, la verdad me asombré, se había puesto lo suficiente cómodo para estar aquí un rato.


—¿Te aburriste sin tener a quien ver? —la pregunta salió de modo despreocupado, pero la expresión en su rostro me lo dijo, no le había gustado.


—Quiero creer, que todo está bien ahora—movió su rostro en dirección de mi vientre—. Conocí a alguien que tuvo lo mismo, y con el cuidado adecuado, solo tardaron tres días en desaparecer—no pude evitar no dejar de verlo, aun cuando sus ojos miraban a cualquier dirección menos a mí.


—Algo de eso comento tu hermano—evite sonreír cuando me miro enseguida—. Aunque no pregunte al respecto—agregue aun teniendo su mirada en mí.


La verdad es que tuve que apartar mi mirada de la suya, algo había en el que me hacía sentir débil, pequeña. Aun así, estaba "feliz" había obtenido la reacción que esperaba dentro de todo.


—¿Quieres verlo? —tomé el libro que había traído y se lo tendí.


—No necesito ver un álbum con fotos de mi familia—lo deje nuevamente en el piso—. Y menos si aparezco en cada foto que hay.


Tendremos un Bebe-LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora