Capitulo treinta y cinco | Hombres-Lobos
—Pronto te recuperaras cariño—sentí el toque de Myriam en mi pierna completamente tapada por una fina sabana—. Solo serán unos días—asentí a sus palabras mientras veía hacia la cuna que había a varios metros de mí.
No me gustaba tenerla cerca.
—Dalton me pidió ayuda—la escuchaba—. No has alimentado al bebe Dulce, apenas es su segundo día, necesita de ti.
—Eso no es un bebe—aun cuando estaba tan lejos que mis ojos no podían verlo, en mi cabeza se repetía una y otra vez su imagen, pelo, colmillos, hocico, cuatro catas, cola, dios eso no podía ser mi bebe.
—Es un bebe—gire a verla cuando note la firmeza de sus palabras—. Tu bebe. Aquel por el que tanto hiciste.
No respondí a sus palabras, miré con detenimiento la caja que acababa de dejar en la cama, antes de verla caminar fuera de la habitación y dejarme sola con, eso.
Estaba siendo cruel. Podía entender eso desde cualquier punto de vista, porque a pesar de todo, yo había sentido cada pequeño segundo en que eso salió de mi cuerpo. Pero, aun así, no era un bebe, no era mi bebe. Aun no sabía ni tenia respuestas sobre eso.
Despeje mi mente antes de empezar a quitar varias almohadas que estaban detrás de mí, sosteniéndome sentada, al menos ya no me dolía la simple acción de sentarme.
Tenía huesos rotos. Desviados. Y astillados. No había explicación para todo eso, lo había pesado una y otra vez y no la había. Nada podía explicar que mi cadera se hubiera desplazado de tal manera, nada podía explicar que no pudiera caminar, nada.
Solté un suspiro cuando estuve acostada, el sol de la mañana entraba a la habitación. No tenía sueño, pero últimamente cerraba mis ojos y me dormía profundamente.
* * *
—El no merece que su madre le haga esto—ignore las palabras de Dalton—. Es nuestro hijo, Dulce—inspire profundamente cuando su mano cálida tomo mi barbilla y me obligó a verlo, no se veía bien—. ¿Por qué no puedes aceptarlo?
—Eso no es en bebe—susurre—. No sé qué es.
—Por favor, solo—vi su mano tendiéndome el pequeño artefacto—. Solo esto.
Sentí el temblor en mi mano mientras lo tomaba, esto podía hacerlo, fácilmente, pero solo pensar que sería para él, hacía que mi cuerpo se sintiera mal.
Era mío, era parte de mí, dios.
—¿Qué es eso Dalton? —no pude evitar mirar la cuna mientras hacia la pregunta, antes de mover mi blusa, podía sentir sus ojos mirar cada cosa que hacía.