Capitulo treinta y dos | Salir.
Carraspeé apropósito cerrando la puerta detrás de mí, cuando volví a mirar tenía los ojos de Dalton puestos en mí, mientras su mano aun sostenía un pequeño trozo del pastel que había sobre la mesa.
—Eso se come frio—comenté cuando lo vi comer lo que aun tenia—. Te hará mal.
Aunque eso no me disgustaría.
—Se te da bien esto—señalo el pastel sobre la mesa—. ¿Eres fanática de la cocina?
—No en realidad—me acerque observando el resultado final—. Solo me doy maña con los postres.
—Me gusto—admitió, me removí cuando se apoyó en la mesada de la cocina y no dejo de mirarme.
—¿Pasa algo? —a decir verdad, no pude evitar preguntarlo.
—Nada—me puso nerviosa su respuesta tardía y lenta—. ¿Quieres hacer algo esta noche?
Todo el nerviosismo que me cubrió se fue de repente remplazado por asombro, ¿Acaso él me estaba diciendo de querer salir? ¿Fuera de la casa?
—¿Cómo qué?
—Salir—me miro expectante—. Un amigo inauguro un nuevo restaurante aquí. Y me invito, ¿Quieres venir?
No debes preguntarlo dos veces.
—¿Qué debo ponerme?
—Aquí todo es informal—se encogió de hombros antes de pararse e irse.
Bien.
* * *
—¿Segura podrás hacerlo? —respire profundamente escuchando por cuarta vez la misma pregunta.
—Me hará bien caminar. Dicen que es bueno en los últimos meses—suspire.
—No quiero ofenderte, pero eres una persona tan pequeña con un vientre que parece ser mucho más pesado que tú misma, así que no le veo lo positivo a que camines.
Sonreí y no dije nada. Dalton muy pocas veces, pero pasaba, me hacia reír con sus idioteces, era un hombre extremadamente controlador, había notado eso, quería que todo fuera perfecto tal y como lo esperaba.
—¿Sera extraño que las personas de aquí me vean, considerando que nunca me has sacado de la casa?
—Ya te conocen—le di una mirada—. No es como si no supieran que esperas a mi bebe, solo les comenté que nuestra situación era difícil.
