5 | Visitas

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Capítulo 5 | Visitas


Abrí mis ojos sobresaltada, mire aturdida la habitación por completo, el sol mañanero se adentraba por la ventana abierta que ayer en la tarde había dejado así.


Parpado varias veces escuchando los golpes en la puerta, mi cuerpo estaba enfundado debajo de las colchas de la cama, aun así recordaba perfectamente que no me había dormido así.


— ¿Si? —pregunte cuando los golpes no cesaron.


—Disculpe—el grito fue dicho antes de que la puerta fuera levemente abierta, pronto a una manta de rulos negros le siguió el rostro de una mujer de mediana edad—. ¿Bajara a desayunar? —pregunto sin adentrarse a la habitación.


— ¿Puedo hacerlo? —le respondí con otra pregunta.


—El señor vendrá a desayunar en veinte minutos. Aunque usted tiene varias visitas—alce mis cejas mirándola—. Pero desde ya le digo que solo son visitas rápidas.


—Me aseo y bajo—murmure.


—Hay ropa ahí—señalo una de las puertas en la habitación.


Lo siguiente que hice fue entrar al armario e ignorar lo gigante y bien abastecido que estaba, un estremecimiento me recorrió de pies a cabeza al mirar que todo era de mi talle, ignore eso y agarre un jogging negro y una camiseta apretada al torso.


Busque en varios cajones ropa interior de algodón, usar seda, raso o encaje no era exactamente lo mío. Lo medite un poco antes de acceder a bañarme rápido, habrían pasado quince minutos antes de que estuviera lista en frente de la puerta.


Me calce, salí y cruce un largo camino antes de llegar a las escaleras. Cuando llegue abajo lo primero que vi fue el camino que me llevaría a la puerta de salida, podría salir en plena mañana, embarazada y sin nada en mi estómago.


No Dulce, debes planearlo bien.


Ignore el pensamiento principal que me gritaba "corre" y agudice mi sentido escuchando a unos metros unas risas femeninas. El coro de voces se calló de la nada cuando me pare en frente de la puerta, no espere mucho y me adentre.


Aproximadamente catorce pares de ojos se posaron en mí, todos femeninos. Observe sin mucha curiosidad que todas eran de distintas edades, unas más jóvenes que yo e incluso creo que otras triplicaban mi edad.


— ¿Dulce? —la mujer con más arrugas en la habitación hablo, aunque fue más una afirmación o saludo, que pregunta.


— ¿Hola? —ladee mi cabeza a un lado.


—Madre mira—una mujer se me acerco y sin mirarme toco mi vientre—. Mira su forma—chillo feliz.


Tendremos un Bebe-LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora