Capitulo veintitrés | Lobos
—Noto cierta aceleración en tu pulso, deberías calmarte, no te hace bien en tu estado—se apoyó contra un árbol.
—¿Quién eres? ¿Qué haces aquí?
—El bosque es territorio libre para cualquiera—miro a su alrededor—. Tu no deberías estar aquí—me miro, pero esos ojos no mostraban nada bueno.
—Podría decir lo mismo—bufe—. Dudo mucho que vivas en esta reserva. No tienes pinta de ser alguien dedicado a los animales.
Podría decir que retrocedí un par de pasos cuando sus ojos, juro por todo lo santo, se oscurecieron. Estaba completamente segura de eso y el que se me quedara viendo un rato no ayudaba a la causa.
—La ingenuidad en la que te tienen sumergida no durara mucho—me sonrió—. Tu sola te darás cuanta si eres lo suficientemente inteligente—dio un paso lejos de mí—. Sera un niño grande—sus ojos se fijaron en mi vientre.
—Aún no sé qué será—fruncí mi ceño cuando su rostro relejo diversión.
—Deberías volver, pronto te vendrán a buscar—mire en dirección de la casa—. No te aconsejo que cuentes este encuentro—volví a mirarlo—. Si es que todavía quieres salir de la casa.
Guarde silencio mientras lo veía caminar internándose aún más en el bosque. Definitivamente no era alguien de quien confiar. Camine de vuelta a la casa, notando que se había pasado el tiempo, pronto se pondría el sol.
* * *
—Hoy será una noche larga—baje el libro desviando mi mirada a Rosaly quien estaba mirando por la ventana.
—¿Por qué lo dices?
No sabría decir si me ignoro o estaba tan sumergida en sus pensamientos que solo no escucho mi pregunta, en cambio abrió la ventana dejando que el frio de la noche entrara.
—¿Te preparo te, Dulce? —instintivamente fruncí mi ceño, pero asentí.
Desde que había conocido a Rosaly, ella me había impuesto una horrible rutina de tomar un té cada día antes de ir a dormir. A decir verdad, ese te tenía un sabor raro, que según ella tenía hierbas especiales para ayudarme a sobrellevar el embarazo.
Y como últimamente me estaba costando llevar un poco el embarazo, todo lo que me ayude era bien recibido, aunque no fuera mi favorito.
—¿Dónde lo tomaras cariño? —se asomó a la sala.
—En mi cuarto. Lo tomare en la cama, tengo los pies hinchado, veré si así se me pasa.
Espere hasta que Rosaly volviera con la tasa de té, antes de emprender camino a mi cuarto, sin antes escuchar a Rosaly que tomara absolutamente todo, a veces era demasiado intensa con algunas cosas.