22 | Dolor

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Capitulo veintidós | Dolor



—Este lugar hace milagros conmigo, Rosaly—abrí mis ojos y giré mi rostro para ver a la mujer parada a un metro de mi—. Aquí me siento tan bien.


No me respondió, al igual que todos los demás a los que les contaba. Tal vez era algo psicológico que yo misma me había hecho, pero estar sentaba entre tanta naturaleza era fascinante.


Desde aquel día en que Isaiah me había sacado, no podía dejar de venir. Myriam había sido comprensiva al respecto, puesto que ella misma me ofreció el salir un rato cada día, se había convertido en mi lugar favorito.


Cerré nuevamente mis ojos cuando Rosaly se despidió para seguir con sus quehaceres dentro de la casa. No era como si siquiera tuviera mínima oportunidad de escapar, puesto que la única salida era adentrarme al bosque.


Pronto entraría en la semana 35 de mi embarazo, aunque faltaba. Eso sí me tenía muy inquieta, no estaba en una situación en la que el nacimiento de mi bebe fuera lo mejor del momento.


Dejé mis pensamientos cuando algo cayó sobre mis piernas, me mantuve quieta hasta que volvió a suceder. Me incorpore mirando el lugar encontrando dos nueces cerca.


No tuve tiempo ni a levantar mi mirada cuando la tercera cayó cerca de las demás y mis ojos rápidamente se enfocaron en la gran extensión de bosque que había a unos metros.


Mi objetivo fue captado rápidamente, apoyado contra un árbol había una figura masculina. No lo negaría, lo primero que mi cabeza grito fue Dalton, pero ese pensamiento fue borrado rápidamente, aunque este era un hombre grande de contextura, podía ver que no se parecía a él en lo absoluto.


La verdad estaba completamente lista para salir corriendo directo a la casa, no era algo normal que una persona saliera ilesa del bosque y menos cuando nunca lo había visto.


Cuando ya estaba siendo demasiado raro que solo se quedara ahí mirando en mi dirección, uno de sus brazos se alzó y me saludo con un simple movimiento.


Si la situación era rara, esto lo hacía aún más.


Asentí mirándolo, pero dudaba que haya podido verme. Para mi había pasado un buen tiempo, pero por los nervios y toda la cosa hormonal tal vez estaba exagerando, así que cuando dio la vuelta y volvió a internarse en el bosque fue cuando no perdí tiempo y fui directo a la casa.


Esto no me había gustado.


* * *


—...y desde entonces mama empezó a escribir nuestras camisetas con nuestros nombres dentro, para poder diferenciarnos en ciertas circunstancias—reí junto a él—. Cuando crecimos un poco más y entendimos que no podíamos cambiar de personalidad cada vez que queríamos, dejamos de hacerlo.

Tendremos un Bebe-LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora