Capitulo treinta y siete | Bebe
—...así es—mis ojos se abrieron mientras escuchaba el suave sonido que había en la habitación—. Eres muy tranquilo.
Me incorpore sobre la cama, mientras refregaba mis ojos antes de mirar en dirección de la cuna que estaba a unos menos, nada había ahí. Lo sabía porque Dalton anoche había traído el cambiador desde el cuarto del bebe a este y ahora mismo lo veía concentrado ahí.
La emoción recorrió cada fibra de mi cuerpo cuando la ensoñación me abandono, hoy era el quinto día. No sé si habré soltado algún sonido o Dalton sintió mi mirada sobre él, pero lo vi girar su rostro a mi dirección y sonreírme.
No pude evitar contenerme y salí disparada de la cama, sin calzarme caminé hasta el cambiador parándome junto a Dalton. Una sonrisa seguramente adorno mi rostro mientras mis ojos recorrían cada pequeño tramo de la criatura que había ahí.
No pude evitar reír cuando lo primero que note fue una manta de cabellos negros invadían su pequeña cabecita. Podía notar por sus pequeños ojos apenas abiertos como había sacado los indudables ojos cristalinos de su padre, aunque una sorpresa me golpeo cuando note los leves toques de grises que tenía, decían en que los primeros días de nacido podía cambiar su color, y eso se debatía entre los míos o los de Dalton.
Su piel indudablemente era una pequeña mezcla entre la blancura de un bebe recién nacido y color dorado que Dalton poseía. No pude evitar fijarme en sus pequeñas manitos con minúsculas uñas, sus labios finitos estaban unidos formando una pequeña mueca.
Era tan pequeño, verlo con tan solo un pañal que ni siquiera llenaba, lo hacía verse tan indefenso. No pude evitar notar el escozor que empecé a sentir en mis ojos mientras extendía mis brazos a su dirección.
Sentí un nudo en mi garganta en el momento justo en que apoyé su pequeño cuerpito contra mis pechos y lo sostuve con mis brazos. Dios, era tan pequeño. Aun en esta forma, no podía evitar notar que era más liviano.
—Te ves hermosa sosteniendo a nuestro hijo.
Quite mi mirada del pequeño para encontrarme con los ojos de Dalton mirándonoslo una intensidad que rara vez había visto.
—Él es perfecto—no pude evitar sonreírle antes de volver a mirar a mi hijo.
Mi hijo.
Eran tan extraño decir algo que había esperado por tanto tiempo.
* * *
—No puede ser tan hermoso—sonreí viendo como Myriam acariciaba suavemente la mejilla de mi hijo mientras estaba en mis brazos.
—Se parece tanto a Dalton de bebe—merci al bebe, quien tenía toda la atención de la familia Price—. Es más, creo que es su viva copia—todos rieron cuando Adrián dijo eso.