Capitulo treinta y tres | Hora
—Cálmate—pedí por tercera vez—. Enserio, no fue nada grave, ¿Acaso no me vez ahora? —me señale—. Dalton, seguramente fue un movimiento brusco de mi parte. Volvimos caminando y no me paso nada.
Intente poner mi rostro lo más serio posible mientras miraba como me inspeccionaba de pies a cabeza con su ceño completamente fruncido. Dalton en modo controlador a veces me daba risa.
—Deja de mirarme así—reí—. Ahora mismo me iré a la cama, me acostare, tomare un té mientras leo algo y luego caeré en un sueño profundo—relate—. No tienes por qué quedarte.
Lo mire en silencio viendo como su rostro pasaba de la duda a la negatividad. Después de mi pequeñísimo accidente en el baño, cuando había vuelto a su lado no había podido evitar escuchar perfectamente como varios de los hombres que estaban con él, le pedían juntarse esta noche a tratar temas "importantes".
Claramente después de que llegue yo acompañada por un par de mujeres el tema quedo muerto, pero aun así había podido escuchar que, al irnos, muchos se lo recordaron.
No quería que dejara sus responsabilidades, aunque no era del todo normal juntarse a tratar estos temas a plena noche, pero quien soy yo para cuestionar sus costumbres.
—No te quedes en silencio—refunfuñe—. Solo fue un pequeño calambre y ni siquiera me hizo algo.
—iré—sonreí sin poder evitarlo—. Isaiah dijo que volvería rápido, así que no tardará en llegar.
—Nada malo sucederá Dalton—le dedique una sonrisa.
* * *
Baje el ultimo escalón soltando un suspiro, hasta esto me cansaba últimamente. Admire el enorme silencio que reinaba en toda la casa, a pesar de que Dalton había asegurado de Isaiah volvería, aun no lo hizo. Hacía tiempo que las empleadas abandonaban la casa muy temprano, así que no había nadie ahora.
Me entretuve lo suficiente en la cocina buscando algún bocado pequeño para acompañar él te que se calentaba en la cocina. Aunque en el último tiempo no me agradaba ingerir nada, la costumbre de beber él te preparado especialmente para mi estado, se había hecho algo imposible de dejar.
Repose mis pies sobre el pequeño asiento que últimamente tenia cerca mientras me recostaba en el sofá. Últimamente no tenía absolutamente nada que hacer. Y leer, aunque me quitaba del paso, no era algo que quisiera hacer todo el tiempo.
—Solo espero que cuando llegues, todo cambie—sonreí acariciando mi vientre notando leves movimientos bajo mis manos.
Dios, verdaderamente estaba muy nerviosa con todo esto de estar casi al final del embarazo, pero nadie me quitaría la felicidad de por fin tener a mi hijo o hijo en mis brazos.