Capitulo cincuenta y cuatro | Su verdad
Lo veo mirarme fijamente, estudiándome. En algún momento su mirada se torna diferente, la inexpresión de sus ojos es algo nuevo para esta situación.
—Lo que te conté...
—Él no me lo conto así—interrumpí sentándome en una butaca.
Lo veo guardar silencio durante un par de segundos tal vez, antes de imitar mi acción y apoyar sus brazos sobre la mesada que nos separa.
—No te mentí—aclara—. Cada uno tiene su historia y yo te conté la mía.
—Dalton, si me senté aquí y te pedí que hablaras, no fue para escucharte decir eso.
Creo que veo un atisbo de sorpresa e incomodidad ante mis palabras, sin embargo, intento mantener mi serenidad mientras me mira.
—Éramos jóvenes—empezó—. Muy jóvenes. El día que Demian dijo que Rebecca era su destino, todos se preocuparon, las parejas de destinos ya no existen, las pocas que hay son rarísimas—conto—. Así que cuando ella llego a este lugar, todos hicieron lo posible por que estén bien. La convivencia entre destinos, al principio es difícil. En eso fue su boda, y pasadas unas semanas, todos nos fuimos. Dulce, cuando yo deje este territorio ese día, ellos eran una pareja perfecta.
—Y luego volviste.
—Mi abuelo me llamo, en esta manada no había parejas destinos, así que le preocupaban algunas cosas—guarda silencio por unos instantes—. Rebecca era muy joven, casi una niña, así que no tomo muy bien el tipo de relación que tuvieron—lo miro con curiosidad—. No supe que Demian la había marcado, hasta mucho más tarde. Pero cuando llegue, el la celaba demasiado, no la sacaba de la casa, estaban juntos y discutían muy seguido, todos sabían cuál era el final de los destinos, así que pensamos que ese era su problema.
—Pero ella no era su verdadero destino—murmuro—. ¿Entonces, si se fijó en ti?
—Cuando Demian me dijo que ella no era su destino, no le creí—lo veo negar—. La manera en que la celaba, s comportamiento y palabras, decían todo lo contrario. Creí que solo era una mentira para que me fuera. Nunca mire a Rebecca como algo más que mi cuñada.
—¿Por qué te quedaste? —pregunto.
—Tenía miedo de lo que podría suceder—sonríe—. Irónico, considerando el final. Pero en ese momento creí que mi presencia aplacaría los problemas en su relación, ella estaba embarazada, era una niña. ¿Cómo iba a irme, sabiendo que estaría completamente sola encerrada?
Lo miro por unos instantes, no sabía decir que tipo de expresión tenia, pero la seriedad con la que hablaba y su seguridad, me hacía dudar de todo.