Capitulo cuarenta y dos | Evitando
—No creo que sea buena en eso—admití.
—No es si eres buena o no—mi vista fue a parar a Isaac quien no me miraba, en cambio prestaba atención al libro en sus manos—. Es una obligación que tienes.
Mire a Isaiah notando su lee sonrisa forzada.
—Aunque quisiera negar eso, es cierto—coincido—. Como pareja de Dalton y futura mujer—me removí incomoda—. Es como tu deber.
—No sé qué hare al respecto. Porque no soy buena en eso de sociabilizar.
—Y ya tuviste problemas con algunas de esas mujeres—vi la sonrisa burlona de Isaac—. Te recuerdo que Dalton les dio una gran reprimenda, el día que te escapaste.
En momentos como este, odiaba el hecho de que, si bien Isaac seguía sin ser tan comunicativo, se dedicara a dar sus leves comentarios, leves y mortales. Porque cada palabra que decía eran completamente ciertas.
—Algunas, no son todas.
Verdaderamente intente calmarme con el comentario de Isaiah, pero no funciono en absoluto.
Si bien había pasado más de una semana desde que habían empezado esta, extraña, relación con Dalton, podría describir una relación de más años, puesto que literalmente me sentía como una enamorada de película, algo que verdaderamente asustaba, pero dejaba de hacerlo cuando solo veía la dedicación y sentimientos que tenía Dalton hacia mí.
Al final, los gemelos se habían quedado más tiempo de lo previsto, algo que agradecía enormemente puesto que eran quienes me distraían cuando Dalton no estaba y Dean dormía.
Era horrible. La sensación de vacío que se apoderaba de mi cuerpo cada vez que no tenía a Dalton cerca y no tena nada con que distraerme. Era una necesidad asfixiante, una sensación de dependencia que parecía mortal.
Así que estos das me había pegado a los gemelos más que nunca cuando mi bebe dormía. Porque no deseaba tener esa sensación nuevamente invadiendo mi cuerpo.
Para ser exacta, la relación con Dalton iba de maravillas, cada día me sentía más cómoda y capaz de tenerlo como pareja. No podía refutar nada de eso.
Hace cuatro días, Dalton me hablo sobre el pequeño trabajo que me toca como su "mujer", puesto que según me dicen para la comunidad de cambiantes, siendo destino de él, madre de su hijo y pareja actual, ya era considerado como "pareja más que oficial".
Así que él me comento sobre los posibles trabajos que tendría. En cualquier otra circunstancia hubiera retrasado lo más posible hacerme cargo de dichas tareas.
Pero luego de comentarlo con Isaiah, el me aclaro, indirectamente, que la "manada" espera que me haga cargo de eso lo más pronto posible. Y eso es un pequeño problema para Dalton.
Entonces inmediatamente como maldita impulsiva, acepte hacerlo muy pronto, exactamente en dos días.
Por lo que había llegado a entender, solo deba reunirme dos veces por semanas con diferentes grupos de mujeres, que ya eran madres y esposas, y debía escuchar y ocuparme de cada una de sus peticiones y problemas.
En palabras más convincentes, yo era la encargada de la armonía en la comunidad hogareña. Me encargaría de problemas superficiales que tuviera la comunidad.
Lo malo de todo esto, es que ni siquiera era capaz de ser una persona sociable, nunca lo haba sido. Y ahora debía conocer y recordar el rostro y nombre de cada una de las mujeres en esta manada. Y en el camino, ocuparme de sus problemas.
Lo siguiente en mi lista de preocupación, era el cómo iba a ser recibida. Sabía que todo podría salir completamente mal o más bien completamente bien.
Considerando que soy una persona muy pesimista, me voy más por la primera opción.
* * *
Un mes.
Hacia aproximadamente un mes que no salía afuera sola, mas específicamente hacia exactamente un mes que evitaba encontrarme a solas con Demian.
Él era alguien persistente, lo podía notar cada día que mi vista divagaba por la ventana de mi cuarto y lo veía en el linde de la propiedad mirando, al principio creo que no me notaba, pero ahora lo veía observar la casa con su rostro alzado a la ventana de mi habitación.
Me haba asustado. Al parecido a eso me hacía alejarme, si bien nunca había hecho algo malo a mi persona, Demian sabia muchísimo, aun a pesar de estar completamente alejado de toda su familia. Y era extraño, por no decir otra palabra, que el supiera todo sobre la relación de Dalton y yo.
Además, no podía dejar de pensar en las palabras de Dalton aquella noche que presentamos a Dean a la manada. No debía hablar con él, no debía acercarme, ¿Por qué? No podía sacar esa duda de mi mente, pero por ahora me mantenía lejos.
Deje de ver por la ventana cunado escuche pasos acercándose a la habitación, camine hasta el tocador y seguí peinando mi cabello completamente húmedo por el baño.
A través del espejo pude ver como Dalton entraba al cuarto con Dean en sus brazos. El calor inmediatamente invadió mi cuerpo, cuando sus ojos me recorrieron por completo un estremecimiento se encamino desde mi nuca hasta mi espalda.
Dalton.
—Parece que calcule perfectamente bien—termine de peinarme al momento en que acostó a Dean en su cuna—. El dormirá unas buenas horas, con todo lo que estuvo despierto.
—Cada día duerme menos—me acerque a ellos—. Ya no es más un bebe que solo come y duerme.
—Ciertamente—inspire profundamente cuando su brazo rodeo mi cintura pegándome a el—. No pasara mucho hasta que tengamos que entretenerlo más que unos minutos.
Reí por sus palabras y enseguida mi risa fue callada por sus labios sobre los míos, devorándome.
Hambre.
Mi cuerpo sentía hambre por él, ansiedad por tenerlo cerca. Satisfacción por tenerlo tocándome.