Capitulo cincuenta y seis | Perdón
Doblo mi ropa cuidadosamente y en silencio antes de ponerla dentro de la maleta abierta sobre mi cama. Intentaría llenarla con lo necesario al menos hasta la mitad y luego empezaría con las cosas de Dean.
Con la imagen de mi hijo no pude evitar parar de hacer lo que hacía y darle una mirada a toda la habitación, la puerta estaba cerrada y a unos pocos metros un pequeño lobito estaba entretenido mordiendo una de las pequeñas alfombras, antes de acostarse sobre esta.
—No creo que estés aquí para verme, empacar—murmure apartando la mirada de Dean—. ¿O sí?
Miro por unos segundos los ojos de Dalton, su rostro sereno y su postura relajada no me expresaba ninguna confianza. Vuelvo a la tarea dispuesta esperar una respuesta de su parte.
—Lo lamento—sigo con mi tarea, aunque escucho perfectamente lo que dice—. Evidentemente no es una disculpa en el mejor momento, pero al menos quiero que lo sepas.
—¿Una disculpa? —pregunto más para mí que para el—. ¿De qué te disculpas, Dalton? —lo miro por unos instantes.
—De todo lo que te hice. De lo que nos hice—se autocorrige—. Puede haber hecho todo diferente, pudimos haber sido tan felices sin tantas mentiras—me dedico a escucharlo—. Fui muy egoísta y no me fije en todo lo que estaba causando, cuando decidí sobre ti, cuando decidí sobre nuestro hijo, te secuestre, quise apartarte y seguramente, te manipule de mil formas para que aceptaras todo esto. Así que, perdón Dulce. Perdón por haber arruinado todo esto.
Lo observé repasando sus palabras y asentí prosiguiendo con mis cosas.
—Podría decir que me arrepiento—sigue cuando evidentemente nota que no responderé—. Pero no sería algo de verdad—veo como sus ojos buscan a Dean—. No puedo arrepentirme cuando lo que obtuvimos fue lo mejor de nuestras vidas. No puedo simplemente no pensar en que, a pesar de todo, tú y Dean son lo mejor que tuve en mucho tiempo.
Bajo mi mirada negándome a verlo, sin pensarlo mucho camino cruzando el cuarto en dirección a una cajonera, tomo algo de ropa de Dean sintiendo el incómodo silencio en el cuarto solo roto por algunos pasos de Dean. Me cuesta un poco respirar tranquilamente cuando me giro y lo primero que veo es a Dalton muy cerca de mí. Enseguida noto el estremecimiento en mi cuerpo y los fuertes latidos que se incrementan con los segundos.
—¿Por qué haces esto? —pregunto y aunque no quiero, mi voz sale como un susurro. Aquella mirada me ve desde arriba haciendo notoria la gran diferencia de altura—. ¿Qué buscas diciendo esto, Dalton?
—Quédate—la rapidez y convicción en su voz solo me hace mirar a otro lado que no sea el—. Quédate aquí conmigo—siento un temblor recorrerme cuando sus palabras chocan contra una de mis mejillas, tan cerca—. Podemos ser felices Dulce. Podemos intentarlo—hay un toque de ruego en su voz, sin embargo, me niego a verlo—. Te hare feliz—vuelve a repetir—. Me encargare de hacerte feliz Dulce, solo necesito eso—al final su voz termina siendo un murmullo.