Capitulo cuarenta y siete | Distancia
—Lo que estás haciendo no te hará bien.
Mire fijamente a Isaiah por unos segundos antes de bajar la mirada a la mezcla que llevaba batiendo unos buenos minutos, la rigidez de mi mano me lo afirmaba.
Había decido hacer un pastel para el postre de esta noche. Hoy cumplíamos meses desde el nacimiento de mi bebe, algo digno para festejarse.
—Dulce deja de ignorarme.
Suspiré audiblemente mientras volcaba la preparación en el molde que había preparado anteriormente, sentí la mirada de Isaiah en mi durante todo el tiempo. Cuando ya había puesto todo en el horno, miré por instinto en dirección donde Dean se encontraba durmiendo su siesta, me senté en una de las butacas antes de centrarme en Isaiah.
—Una semana es demasiado—demando—. Sé que lo sientes Dulce, en cualquier momento caerán y...
—Mira—lo corte—. Sé que estas preocupado Isaiah, pero estos son problemas que tenemos y que tenemos que resolver, hasta entonces seguiremos así—decrete.
Cruce mis brazos sobre la mesada cuando un extenso silencio le siguió a mis palabras. Sabía que lo que decía era verdad, había visto las sombras oscuras debajo de los ojos de Dalton, se parecían a las que yo misma tenia. Aunque no podía afirmar que su semana había sido tan miserable como la mía, si podía aceptar haber visto el cambio repentino en sus ojos que en cada variado momento le agarraba.
Lo había intentado, verdaderamente lo había hecho. Me había consolado a mí misma afirmándome inútilmente que tal vez el tema era tan delicado que él no quiere hablarlo, podría decir que no era de mi incumbencia, que no tenía el derecho a meterme en eso.
Pero uniendo todo, me había confirmado que no era así. El tema de Rebecca, bueno o malo, significaba el pasado de la familia Price, familia a la que ahora mismo estaba unida. Ese pasado estaba plenamente unido a Demian, quien se había acercado solamente a mí, y era por algo, estaba muy segura de eso.
Todas esas deducciones estaban rondando en mi cabeza, junto al hecho de que la confianza entre Dalton y yo nunca había sido establecida, eso me tenía mal, puesto que al final, habíamos decidido intentarlo inútilmente, porque no había una verdadera intensión.
Una semana.
Ya había pasado una semana desde que había abandonado la habitación de Dalton y me había encerrado en la mía. Una semana desde que lo intentaba evitar, aun cuando cada fibra de mi cuerpo lloraba por él.
Una semana.
—La abstinencia no es buena.
—Nunca creí escuchar eso—le di una sonrisa leve antes de apartarme.