10.

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· Narra Agoney ·

Estaba esperando a Miriam en la cafetería, había hecho el turno de mañana y había comido allí para no tener que moverme mucho. Amaia y Alfred me hicieron compañía, pero ya habían vuelto al trabajo así que estaba solo en una de las mesas. Me llegó un mensaje y supe que era Miriam, porque tampoco es que tenga muchos teléfonos agregados, y Raoul no creía que fuera.

Miriam: lo siento mucho no podré ir, me surgió una entrevista

Miriam: quedamos otro día y te lo compenso invitándote a algo

Yo: no te preocupes

Bloqueé el teléfono y me levanté. Ya no tenia que hacer nada más allí. La verdad es que me apetecía pasar la tarde entre risas con ella, pero bueno, suponía que me quedaría Netflix para hacerme compañía.

La sorpresa me la di cuando vi a Raoul sentado en un banco, me acerque a él y le saludé.

Todavía no me explico cómo he acabado de camino a su casa, al cumpleaños de su hijo, donde estará su mujer, bueno futura exmujer.

No sé cómo se sentirá Raoul, pero a mi se me partió el alma cuando le vi llorar, no se merece una mujer como Cristina. Y pondría la mano en el fuego diciendo que él es mucho mejor padre que ella. Pero tampoco me quiero meter mucho, son temas familiares que a mi no me incumben, pero espero poder ayudar al rubio en todo lo que pueda.

No hablamos en todo el camino, y creo que su cabeza no deja de pensar. No quiero decirle que me alegra que se divorcie, que lo hace, pero creo que no es ese el problema que tiene. Creo que lo que le pasa es que no quiere que Pablo sufra, lo que me lleva a pensar que él de pequeño pasó por algo parecido. No quiero preguntarle hasta que estemos a solas, y él quiera responderme sin sentirse incomodo. 

Yo sufrí de pequeño una separación y siempre me sentí incomodo hablando de ello. Pero Pablo tiene la suerte de tener un padre genial que se preocupa por su felicidad por encima de todo.

Mi padre podría haberlo hecho, en cambio mi madre tuvo que actuar por los dos.

Llegamos a la casa y empiezo a ponerme nervioso, nadie de ahí dentro me conoce excepto Álvaro y Pablo, y no se como me van a recibir. Además, no traigo ningún regalo para Pablo.

 ¡Ay dios!

- ¡Raoul, espera!- Está a punto de meter la llave en la puerta. Y ya se pueden escuchar gritos de niños y risas.- No tengo regalo.

Raoul suspira con una sonrisa y niega con la cabeza.

- El regalo eres tú, idiota.- Abre la puerta y me hace pasar.- No sabes la ilusión que le va a hacer a Pablo que hayas venido.

Me muerdo el labio nervioso, pero a lo mejor tiene razón. Vamos hacía una terraza y veo a un grupo de niños en la piscina, pero antes de poder buscar a Pablo, Raoul me lleva hacía otro chico, más o menos de su edad, con el pelo rizado y muy guapo. Joder, hace mucho que no salgo con nadie, hasta una piedra me parece atractiva.

- Sam, éste es Agoney, un amigo.-Sonrío y saludo a Sam con la mano.- Agoney, éste es Sam, mi primo.

Joder, vaya familia ¿todos están buenos o que?

- Hola. Raoul puedes venir un momento...- Sam coge a Raoul del brazo y se alejan par hablar entre susurros.

Me quedo de pie, sin saber muy bien que hacer. Menos mal que veo a Álvaro, y él me ve a mi. Se acerca con una sonrisa y me da un abrazo. Si me abraza es que le caigo bien ¿no?

- Hombre, ¿que tal? ¿La cabeza bien?-Me río, un poco avergonzado.

- Sí, bueno, jajaja. - No sé que más decirle, estoy un poco incómodo.

PABLITO • Ragoney •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora