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Narra Agoney

Cuelgo con una sonrisa a Glenda, ignorando el resto de mensajes, y vuelvo a bloquear el teléfono.

Le estuve contando con más detalle lo que pasó con Ricky, y después, más con más entusiasmo, le dije lo que hicimos hoy Raoul y yo, lo bien que me cuida y que le voy a ver cantar sobre un escenario, como a un profesional, esta misma noche.

Ella lo escuchó todo atenta, y parecía muy contenta de verme bien. Echaba de menos estas charlas con ella.

Yo también creo que estoy bien, es decir, aún tengo un poco de angustia en ocasiones, pero creo que, como dijo Miriam, necesito relajarme y pensar en otras cosas. Y quiero repetirme cuando estoy bien, que puedo hacerlo, y además yo solo. Porque puede que cuando este mal necesite viajar a ese recuerdo.

Por eso, antes de que Álvaro venga a buscarme, me voy a dar un baño relajante, con mucha espuma. Glenda dice que me tengo que mimar a mí mismo también, y ahora lo que más quiero es hacer caso de los consejos de la gente que me quiere. Y porque me apetece, y me siento cómodo en mi casa por una vez desde que Ricky se vino aquí a vivir.

Así que preparo el agua caliente, y le echo un jabón especial para crear la espuma.

Me deshago de la ropa, evitando mirarme en el espejo, y meto primero los pies. Suspiro de placer a medida que voy metiéndome, y cuando todo mi cuerpo está bajo el agua me permito cerrar los ojos.

Pienso en lo bueno que es no sentir ansiedad por estar solo, sin Raoul. Y creo que estoy consiguiendo mi propósito de no depender de nadie en momentos así. Es más, creo que me beneficia estar solo para pensar, para no sentirme mal si me pongo a llorar, o si no me apetece hablar con nadie.

Aunque puede que sea un sentimiento fugaz y que no pueda sentirlo más. Pero me obligo a alejar eso de mi cabeza, y lo consigo casi sin esfuerzo.

Sonrío sintiendo la espuma hacerme cosquillas en la barba, y se me viene a la mente cuando Pablo se hizo una barba de espuma mientras se bañaba, una de las primeras veces que estuve en casa de Raoul.

Parece haber pasado mucho tiempo, y apenas fueron dos meses.

Me permito reflexionar sobre la charla que tuve con Glenda. Me dijo que vendría la semana que viene, porque consiguió que le dieran unos días libres, y me ofreció coger dos vuelos de vuelta en vez de uno.

Le dije que no, que me encantaría volver a Adeje, pero que aquí tengo a Raoul y a Pablo, y de momento lo estoy llevando bien. Cuando estoy animado por lo menos.

Y aunque esa decisión aún me cause un nudo en el estómago, creo que es lo correcto.

Además, no tengo porque coincidir con Ricky en ningún sitio, él se habrá buscado un hotel o lo que sea, y ya no necesitará de mi.

Y eso es bueno, y me lo repito varias veces para que a mi corazón le quede claro y no me haga daño.

Y ojalá poder recordar a Ricky cómo lo que fue, un gran apoyo, un buen amigo, y un mejor novio. Pero no puede ser, y creo que habría sido mejor que no volviera a verme, porque hemos acabado peor que la última vez. Si tan solo no hubiéramos coincidido en esa discoteca, o si Raoul no me hubiera dejado solo... o si no le creyera todas las mentiras.

Muevo las manos en el agua, para crear ese dulce y relajante sonido, y echo la cabeza hacia atrás. Fuera de mi mente todo lo negativo.

Respiro hondo, escucho mi ser profundo, abro mi corazón, y libero la tensión.

Me río solo al recordar cuando Alfred me enseñó eso. Fue uno de los primeros días, y yo era un novato para servir mesas. Así que me vio tan agobiado que me llevo a la sala de descanso y me hizo repetirlo con él.

PABLITO • Ragoney •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora