PABLITO • Ragoney •

43.2

Vale, esto es la segunda parte, y creo que es la que me ha quedado mejor así que espero que os guste 💛
Pd. Stream tus monstruos 🌹💛
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Otra vuelta más en la cama y decido acariciar su mejilla para saber qué le ocurre.

Es tarde, y pensé que si veíamos una peli antes de dormir, el pequeñin se dormiría, o por lo menos, estaría cansado, pero parece estar muy nervioso y no conciliar el sueño.

- Pablo... ¿Que te pasa?

- Quiero estar con el papa...

Me mira atento, en la oscuridad de la habitación. Distingo sus ojitos brillantes, y llevo la mano a su hombro para reconfortarle.

- Mañana hablamos con tu tío Álvaro y que nos diga qué tal está, ¿vale?

- Vale... Pero no quiero dormir. Quiero cantarle a tu mamá.

Al final, y con Ricky delante, no me atreví a hacerlo. Sigue pareciendome ridículo hablar con ella como si fuera una estrella, me hace pensar que soy idiota al pensar que de verdad me escucha, pero también me hace tener esperanza en que aún está aqui conmigo.

Y Pablo parece no juzgar nunca lo que hago, es más, me apoya inconscientemente

- Venga vamos, pero en silencio.

Nos levantamos de la cama, Pablo con una de mis sudaderas puesta, pues no tenía pijama, y yo con un pijama corto azul, que hace que parezca un niño pequeño.

- ¡Bien! ¡Aventura nocturna!

Se me ocurre una idea aún mejor que la de mirar por la ventana, así que le digo a Pablo que coja unas zapatillas y yo me calzo las mías.

Cojo dos juegos de llaves y salimos del piso.

Le indico al pequeño que suba las escaleras, y cuando llegamos arriba del todo, abro una puerta de madera desgastada.

La cerradura cuesta de abrir, pues casi nadie viene aquí, sea por pereza o porque no saben que existe, y está muy oxidada.

Solía ser un tendedero, pero la mitad de cuerdas están rotas, y la poca gente que sube lo usa de trastero, habiendo un par de sillas, una mesa y diferentes trastos sin mucha utilidad.

Abro la manta que he cogido de casa, y la extiendo en el suelo.

- ¿Nos sentamos?

- Sí. - a pesar de no haber nadie, seguimos hablando en susurros. - ¿Cual vamos a cantar?

Sonrío y me acomodo junto a él en la manta, haciendo que se apoye en mí y cierre los ojos.

- Te apetece cantar... ¿Magia?

- ¡Sí!

Me río por su entusiasmo. La canción se la enseñe está misma tarde, pero pareció gustarle mucho.

De una chistera una paloma echó a volar
Eso no es magia para gente de ciudad
Aquí pierdes el tiempo
Porque no dejas de soñar

Pablo se tumba mirando al cielo, y sus ojos brillan iluminados por la una y las pocas estrellas.

Cartas marcadas y zapatos de charol
Juegos de magia que aquel viejo le enseñó
Pero él es solo un niño
Y su escenario es un salón

Dejo que sea Pablo quién siga, y me sorprendo al oírle, pues se la sabe perfectamente.

Él no escuchaba nada
Y mientras preparaba
Su último truco se marchó