• Narra Agoney •
Entreabro los ojos al sentir caricias en mi pelo y sonrío ligeramente al reconocer esas manos suaves que toquetean mis rizos con lentitud. Me giro ligeramente apareciendo frente a mi Raoul, arrodillado en el suelo.
- Bon dia.-Cierro los ojos de nuevo, y me acerco más al borde para juntarme más a él y a su voz.
- Hola...- Noto sus labios sobre mi frente, y doy una profunda inspiración, haciendo que me llegue el olor a vainilla de su piel. - Hueles bien.
Le miro a los ojos, y la miel brilla al encontrarse con mis orbes oscuros. Saco una mano de debajo de las sabanas, y acaricio su mejilla con delicadeza.
Es como si aun estuviera soñando, porque no siento nada, simplemente estoy vivo y respiro. Lo único que parece real es el dolor de mi cabeza, pero en el pecho no identifico ningún sentimiento, y me asusta, porque no es angustia, ni es dolor, pero en cada inspiración pesa un poco más.
Y no quiero que mi mente se despeje, no quiero salir de esta cama caliente, no quiero enfrentarme al mundo que me ha destrozado. Solo quiero mirar a Raoul y sentir que todo esta bien. Porque con él está todo bien.
- ¿Puedo darte un beso en la boca?- Su susurro me eriza el bello de los brazos, y asiento con una pequeña sonrisa, incorporándome ligeramente para que llegue mejor a mis labios. Y cuando se tocan, mis pulsaciones se aceleran, mis ojos se cierran, y mis manos viajan a su nuca para profundizarlo. He echado de menos esto, sus labios, sus manos, sus caricias, su olor. Incluso el tacto de su pelo contra mis dedos y las cosquillas que tiene en la nuca.- Te quiero.
- Y yo.
Nos sonreímos de nuevo, y cada vez que la veo, esa sonrisa dentada con esos ojos achinados y esa mirada agradecida, siento que el peso de mi cuerpo disminuye, que me alivia todo el dolor que siento, y me hace querer seguir luchando. Me hace sentir más fuerte.
- Te he traído el desayuno, por si te apetece comer algo.- Se levanta del suelo y coge una bandeja que había en la mesita. La pone sobre mis piernas, una vez me he incorporado, y se sienta al otro lado. -Hay colacao, porque no tengo Nesquik, y bueno, no quería dejarte solo para ir a comprarlo... Pero he hecho unas tortitas, que no se si te gustan, ni si me habrán quedado bien...
- Esta bien... es perfecto. Gracias.- Cojo la taza con cuidado, y le doy un pequeño sorbo.
La leche caliente bajando por mi garganta parece hacerme sentir mucho mejor, e intento fijarme en pequeños detalles, en cualquier cosa para que mi cabeza no empiece a pensar ni a recordar. Y parece que funciona cuando Raoul coge mi mano libre y le da un beso. Me pregunta con la mirada como me encuentro, ladeando ligeramente la cabeza, como un cachorro atendiendo a su dueño y yo asiento sonriendo, dándole a entender que sí, que estoy bien, y que mi único problema es el lío de cosas en mi cabeza y el nudo de mi pecho. Contra eso, él no puede hacer nada.
Respiro hondo y me decido por comer algo y así poder tomarme algo para la cabeza. Necesito hablar de cualquier cosa, pero Raoul no parece querer decir nada, y yo no sé como empezar una conversación que no tenga nada que ver con lo que pasó ayer, porque si empiezo a pensar en ayer las ganas de llorar vuelven y no quiero sentirme mal.
- Yo... - carraspeo y giro un poco mi cuerpo para mirarle.- Puedes... contarme cosas.
- Oh. ¿Que quieres que te cuente?- Me mira con una sonrisa, pero me encojo de hombros y me meto otro trozo a la boca. Seguro que estará cansado de intentar descifrarme, pero no sé abrirme más, y me estoy esforzando al máximo por no hundirme. Ni lo merezco yo, ni Raoul. - Ago... me gustaría que... bueno, a ver, sé que es difícil, bueno, no lo sé, me imagino, y por eso quiero que seas totalmemte sincero, y me digas exactamente que necesitas, y así estás cómodo y yo puedo ayudarte. Y te juro que voy a tener paciencia, porque Glenda confía en mi, y he estado hablando con Álvaro y me ha dicho que yo puedo con esto, y que a partir de ahora tenemos algo que nos une mucho.
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PABLITO • Ragoney •
RomanceLa vida de Raoul cambia cuando decide dejar Montgat e intentar arreglar su matrimonio con Cristina y que su hijo Pablo no sufra una separación. Pero claro, no contaba con conocer a un canario llamado Agoney, al que Pablito coge cariño enseguida y le...