18.

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·  Narra Agoney ·

Me quedo sentado en el sofá del salón. Miro a mi alrededor, como el cotilla que soy, y observo algunas fotos que hay en el mueble, y algunos vinilos que hay expuestos en una estantería.
Parece que le gusta bastante la música, a mí también, aunque ya no escucho tanta.
Solía usar la música para evadirme cuando era más pequeño, y mi madre estaba enferma. Me hacía olvidar un poco lo malo, y no estar triste. Así conocí a mi grupo de música favorito, Queen. Me sentía identificado con algunas de sus canciones, y soñaba con ser un gran cantante de rock. Al final se quedó en nada, evidentemente. Pero cuando escucho sus canciones, aún me viene ese sueño y me acuerdo de mi madre. Puede que por eso haya dejado la música un poco apartada. Solo me pongo los cascos cuando estoy muy deprimido, porque hace que sienta a mi madre cerca, y eso, aunque me da pena, me ayuda  llorar y a desahogarme.

A ver, que escucho música cuando voy en el coche o voy de fiesta, peor no es lo mismo, una cosa es escuchar, y otra sentir.

Doy un par de vueltas más por el salón, asomándose a la terraza, donde se puede ver el cielo oscureciéndose, ya de un tono más azul que anaranjado, y una luna menguante bien blanca. También hay un montón de trastos tirados por el suelo.
Vuelvo la vista dentro. Sonrío al ver el estuche de colores encima de la mesita, y como hay algunos papeles desparramados, llenos de garabatos de Pablo.

Me voy acercando al pasillo, pues me aburro un poco, y me apetece ojear la casa. Además, Raoul tiene un montón de fotos familiares, donde no sé diferenciar a Pablo de Raoul, porque de pequeños son idénticos.

Reconozco a Álvaro y a Raoul en una foto, con otro niño más, que supongo será Sam porque tiene Ricitos morenos. Están los tres sonrientes, mirando a la cámara, y el mayor tiene un balón de futbol en sus manos.

- ¡Pablo!- El grito me sobresalta y casi tiro el marco que sostenía en las manos al suelo.

Corro hacia el baño, bueno, lo que creo que es el baño y entro rápidamente.

- ¿Qué pasó? - veo a Pablo reírse, y a Raoul girarse lentamente hasta que me doy cuenta de lo sucedido. No puedo evitar soltar una carcajada.- Muchacho  que no dejas agua en la bañera.

Raoul está empapado de la cabeza a los pies, y el suelo medio encharcado. Tengo que dar unos pasos atrás cuando Raoul se levanta y coge una toalla para secarse la cara.

- Voy a salir un momento porque si no lo mato.

Pasa por mi lado suspirando y yo entro despacio, sin importar mojar mis zapatillas.

- Amiguito, ¿qué ha pasado?- Me agacho a su lado, y le revuelvo el pelo mojado.

- Es que el barco se estaba hundiendo, yo solo quería salvarlo. Pero se me ha escapado.- Señala un pequeño barco de juguete en una esquina del baño. Me río suavemente y me incorporo para ir a por él.

- Bueno, pues lo vamos a dejar en tierra, hasta el siguiente baño, y ahora vamos a secarte para poder cenar. ¿Te parece bien amiguito?

Pablo asiente mientras sonríe maliciosamente. Después coge espuma entre sus manos y sopla en mi dirección.

- ¡Pablito!- Suelto una carcajada y me quitó los restos de espuma de la cara. Me giró para ver a Raoul, con una toalla en sus manos, mirando serio al niño.- Deja de tirar agua fuera.

- No pasa nada, era una brometa, ¿A que si?- Pablo asiente y vuelve a coger espuma, para esta vez ponérsela en su cara.

- Mira Ago, tengo barba como tú.- Me muestra su sonrisa dentada, igual a la de su padre pero con menos dientes, y no puedo hacer más que sonreír.

PABLITO • Ragoney •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora