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Antes de comenzar, lo siento, sé que lleváis mucho esperándolo, pero esta historia va despacio, más ahora que se está acabando y supongo que los capítulos duraran más. Quiero decir que hay algo de este capítulo que no me convence, pero espero que lo podáis disfrutar mucho igualmente. Os quiero, gracias por no abandonarla, y eso, a leer! Feliz domingo💛

· Narra Raoul ·

- ¿Cómo le habrá ido la excursión? - Agoney me tiene cogido de la mano, y da suaves caricias mientras entramos al colegio.

Se siente muy bien hacer el paseo que antes hacía solo tan bien acompañado.

- Espero que bien. Iba muy contento. - Le contesto al tiempo que llegamos a la puerta, ya abierta, junto al resto de padres. - Seguro que se ha comido todas las croquetas y se ha dejado el bocadillo de choped. 

Agoney ríe, y yo sonrío de vuelta, dejándome abrazar por atrás y apoyándome en su pecho. Noto sus besos en mi mejilla, y como sube hasta llegar al oído. No me despego de él, y pareceremos lapas, pero es que le he echado mucho de menos y le quiero cerca. Además hace frío.

- Tu también preferiste comer otra cosa antes que otra. - Su susurro logra erizarme la piel y calentarme. Ya ni siquiera me importa el frío anunciando que se acerca el invierno, porque sus palabras se meten por dentro de mi gordo anorak y se quedan en mi pecho. Tal vez demasiado caliente para el entorno en el que nos encontramos, así que decido separarme. 

- Preferencias.- Me encojo de hombros y doy un pequeño saltito, hundiendo las manos en los bolsillos de mi abrigo. Agoney patea un par de hojas secas del suelo, observándolas con atención, y cuando sube la mirada, le veo sonrojado. 

Me gusta cómo se ve así, lleva un abrigo marrón, es bonito y además suave. Queda muy bien con su piel morena y con el paisaje otoñal. Es que Agoney es muy guapo, y me está mirando a mí como si yo fuera aquí la obra de arte. Cuando es él.

- Me gusta que yo sea una de tus preferencias. - Ladea la cabeza y tengo que acercarme para besarle los labios, sin poder aguantarme más. 

- Pero que bollito eres.

- ¡Oye! eso tu. - Me empuja con uno de sus dedos, y al ver que esta mullidito, lo vuelve a hacer. - Estas blandito. 

Entonces se acerca más, y agachándose un poco se abraza a mi pecho, alzándome unos centímetros del suelo. 

- ¡Ago! - Se ríe en mi cuello, con esa risa cantarina y alegre de niño pequeño. 

- Los colegios sacan al niño que llevo dentro. - Besa mi nariz antes de separarse, y se vuelve hacia la puerta interior, por la que ya están saliendo los niños. 

- Uy... mira la carita de Pablo... algo ha pasado. - Miro hacía donde él lo hace, y descubro a Pablo con el ceño fruncido y los labios apretados. Lleva la chaqueta mal puesta, y la mochila cogida por una de las asas, dejando que casi toque el suelo. 

Cuando viene hacia nosotros, atravesando el patio, nos mira con los ojos muy abiertos y llorosos. 

- ¿Qué pasa?

- Pues que...  nos han dado castañas y entonces el Nico me las ha quitado y se han caído y él si había comido pero yo las estaba guardando...

- Ey, pero no llores, ven. - Ago le frena cuando se le corta la voz y las lágrimas amenazan con resbalar por sus sonrojadas mejillas. Se agacha y le coloca la chaqueta, dejando un beso en su frente.

Me derrito en serio, es que Ago es genial. 

- ¿Sabes lo que podemos hacer? - Me agacho yo también, y Pablo niega. - Podemos ir a ver a la abuela y que nos ayude a hacerte un disfraz de castañera, para que el viernes seas el más guapo. 

PABLITO • Ragoney •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora