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Hola, solo pongo esto para avisar de que se narra un pequeño episodio de ansiedad, no hace falta que lo leáis si os vais a sentir mal, no es imprescindible para la historia 💛 pondré un aviso al principio y al final.

· Narra Raoul ·

Cojo a Pablo en brazos para que toque el timbre, y después le dejo en el suelo de nuevo. Recoloco su camisa bien, y peino algunos mechones hacia un lado, dejando que el sol incida en ellos y luzcan oro. Su cabeza sube mirándome, y me sonríe ilusionado. Por lo menos eso me quita un poco los nervios.

Que no tendría que estar nervioso, pero joder, volver a Montgat siempre me pone histérico. No quiero que me vean, ni yo ver a nadie. Ahora que estoy en otro sitio, no volvería aquí ni loco. El barrio sigue siendo el mismo, y bajo el sol de final de verano se me antoja un paraíso, por lo menos lo era cuando era pequeño y jugaba por estas calles.

La puerta se abre y lo primero que hace ni madre es agacharse junto a Pablo para llenarle la cara de besos. Lleva un ligero vestido, tapado con un delantal que la alza como mejor madre del mundo, y lo reconozco por ser un regalo mio y de Álvaro cuando eramos unos críos.

- ¡Mi pequeño!- Sonrío al oírla, así me llamaba a mí, y ahora así llama a Pablo. Debería ofenderme. - Qué guapo que estás.

- Oye...- Me quejo, intentando reprimir una sonrisa y reclamo su atención.

- Ay mi niño, ven aquí. - Me abraza a mí después, y yo le correspondo con un suspiro, afianzando el agarre.

Aunque adoro este sitio, principalmente por mis padres, sé que no podría volver, no cuando quiero crear nuevos recuerdos, fuera de aquí, de los que me conocen, de los que pueden juzgarme.

- Te quiero, siento no haber venido hasta hoy es solo que...

- Bueno, lo importante es que estás aquí. - Me mira sonriendo, y no puedo creer que haya tardado tanto en enfrentarme a esto. Es mi madre joder. ¿A qué le tenía miedo? Sé que no necesito excusas, que a ella le dan igual, que solo quiere verme.

- Ay mami, que te quiero jo. - Y se lo voy a decir mucho a partir de ahora, por todo el tiempo que no lo he hecho.

La vuelvo a abrazar, pero el abrazo no dura porque escuchamos unos gritos que provienen de dentro.

Ya la está liando el enano, si es que...

- ¡Papá! Que me...- Las carcajadas interrumpen al pequeño, y cuando entramos al salón veo a mi padre haciéndole cosquillas. - Ayyy.

Niego riendo, ya pensaba que Pablo había hecho algo. Acompaño a mi madre a la cocina, donde esta acabando de hacer la paella y me ofrezco a ayudarla.

Sé que si me pongo a pensar en lo arreglado que he puesto a Pablito, para que ahora se comporte como un animal, me pondré de los nervios. Así que no lo pienso.

Pero tendría que haberlo previsto.

Hay gente que dice que te acostumbras a ser padre con los años. Yo aún no.

- ¿Cómo esta papá?- Le digo mientras cojo los cubiertos para ir poniendo la mesa, ya que a la cocina no deja que me acerque.

- Está bien, se toma la medicación y no hace muchos esfuerzos, pero esta como un roble, no te preocupes. - Noto en su voz que eso le alegra, y a mi más todavía ver que esta bien, que fue un susto, y que se esta cuidando para que no vuelva a pasar.

Me sonríe otra vez, y acaricia mi mejilla.

Y vale, Álvaro tenía razón, y mi madre no quiere hacerme sentir mal, solo quiere que vuelva a ser su hijo, y yo estoy dispuesto. Y más después de lo de mi padre, no quiero volver a sentir que alguien tan importante para mí se muera sin decirle que le quiero. Es que no.

PABLITO • Ragoney •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora