A book of different peraya stories :
H1: Beauty and the sleeping prince (COMPLETE)
H2: The Lion Prince and the Pauper (COMPLETE)
H3: Thinking about you (COMPLETE)
H4: Unforeseen wedding (COMPLETE)
H5: Timeless Love (COMPLETE)
H6: Three loves (COMPL...
Su majestad, tras ser notificado de que alguien más estaba revisando a su hijo, se acercó con rapidez al cuarto, quedando bastante sorprendido al ver a Krist en el pasillo.
- " Krist, ¿ has venido a visitar a Singto?" – preguntó Leonel mientras observaba como el joven se enderezaba y hacía una pequeña reverencia.
- " Si majestad" – confirmó el joven que, desde hacía ya varias semanas, visitaba al príncipe cada día tras su jornada en el puesto del centro – " he venido con mi madre".
- " ¿ Tu madre?"
- " Así es. Mi madre proviene de una larga línea de médicos y herbolarios" – dijo Krist mientras volvía a posar la mirada sobre la puerta cerrada del dormitorio – " Tras saber que el príncipe me salvó la vida en el bosque, quiso venir a ver si podía ser de utilidad".
Leonel asintió mientras, junto a los jóvenes, procedía a esperar a que la mujer saliera y les informara.
Finalmente, tras media hora, las puertas se abrieron y una hermosa mujer salió con expresión seria.
- " ¿ Y bien?" – dijo el rey nada más verla.
Ava suspiró mientras se secaba las manos en el delantal que llevaba puesto.
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- " No voy a mentirle, su majestad" – dijo la mujer mientras observaba al preocupado monarca – " Está bastante mal. Pero creo que aún se puede hacer algo por él".
Leonel sonrió esperanzado pues era la primera persona en decirle que aún se podía hacer algo.
- " Que necesita" – preguntó inmediatamente – " mis sirvientes se lo buscarán".
- " No es necesario. Mi hijo conoce las hiervas que voy a necesitar, pues le he estado instruyendo en el arte de la sanación desde que era pequeño. El podrá ayudarme sin problemas"
Krist asintió mientras seguía a su madre dentro del cuarto, y seguido de cerca por los un padre compungido y dos jóvenes sonrientes.
El tratamiento fue lento pero, por suerte, comenzó a surtir efecto durante la primera semana y, al décimo día, Singto finalmente abrió los ojos.
Su mirada, que mostraba cansancio y confusión, se posó en su padre. Éste corrió a abrazarle mientras le decía una y otra vez lo mucho que se alegraba de que por fin estuviera mejor.
Finalmente, cuando su padre le liberó del abrazo, el joven vio a un muchacho de piel clara y ojos oscuros que le observaba desde el otro lado de la habitación.
- " Krist" – susurró el joven mientras levantaba de la cama un brazo tembloroso.
Krist, oyendo que Singto le llamaba y con lágrimas en los ojos, se acercó con rapidez y le tomó de la mano.
- " Me alegro de que estés por fin despierto" – dijo sin apenas reparar en las personas que estaban con él en el cuarto.