H5: PARTE 4 (SPANISH)

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DOS DÍAS DESPUÉS...

- "Acuérdate de llamar en cuanto te hayas instalado" - dijo la Señora Suttiluk mientras, una vez más, abrazaba a su hijo fuertemente.

Kongpob asintió con la cabeza a la vez que compartía una mirada llena de intención con su padre. 

- "Claro madre, en cuanto llegue al apartamento" - respondió el joven mientras daba unos leves golpecitos en la espalda de la mujer.

Ésta, con gesto triste y los ojos levemente llorosos, se apartó finalmente de Kong y, con una sonrisa agradecida, aceptaba uno de los pañuelos de su marido.


"LLAMADA A LOS PASAJEROS DEL VUELO 3790 CON DESTINO A CHINA ... EMBARQUEN POR LA PUERTA 18 A"


- "Es la hora" - musitó el joven mientras daba un par de pasos hacia la zona de embarque.

Sus padres asintieron y, con un último abrazo, se separaron del muchacho para encaminarse hacia la salida principal del edificio. Aunque no sin antes prometerle que iban a ir de visita en cuanto pudieran.

Kong suspiró con tristeza para, una vez más, comprobar su reloj de pulsera.

"No va a venir", se dijo con un nudo en la garganta, "a pesar de lo que me dijo Wad, Arthit no va a venir".

Y es que, aunque no lo quisiera aceptar, había albergando la esperanza de que su Sol apareciera en el último momento. Allí, en el aeropuerto... el día de su vuelo.

Pero nada...

No iba a ser así...

- "Si tan sólo hubiera podido llamarle esta mañana... pasarme por su casa antes de venir al aeropuerto..." - murmuró el joven con un hilo de voz mientras comenzaba a caminar hacia la zona de embarque.

Pero, una vez más, sus padres habían decidido darle una sorpresa en el último momento y, a primera hora de la mañana, se habían presentado en su piso con la firme intención de pasar el mayor tiempo posible con su adorado hijo.

- "Es que es tan repentino... ¡te han dado tan sólo tres días para ir allí y hacer los exámenes de ingreso! Y, si los apruebas, no podremos ir a verte hasta las vacaciones... así que queremos estar contigo hasta la hora del embarque, ¿ok?" - había dicho su madre mientras le daba un beso en la mejilla.

Y así había sido. 

No se habían despegado de él ni siquiera en el restaurante al que habían ido a desayunar.

Lo que, sin duda, había hecho imposible que llamara a su Arthit...

"Y yo que esperaba poder verle, solucionarlo todo antes de irme", se dijo Kong mientras introducía su mano en uno de sus bolsillos y sacaba una caja.

Con mucho cuidado, abrió la pequeña tapa dejando al descubierto dos alianzas, sencillas pero hermosas, que esperaba haber podido entregar a Arthit antes de irse a China.

Pero ahora no iba a poder ser...

Era demasiado tarde.

- "Mi Sol..." - susurró mientras acariciaba uno de los anillos.

- "¿Me llamabas?"

Kongpob, con el corazón latiendo con fiereza en el interior de su pecho, se volvió hacia el lugar del que provenía la voz.

Una voz que, sin duda, conocía muy bien.

- "P'Arthit" 

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