H4: PARTE 2 (SPANISH)

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Arthit sonrió mientras saludaba al joven que, en ese momento, subía los escalones de la gran escalinata.

"Wow... sin duda mi hermana no va a poder quejarse...", se dijo mientras observaba el traje de moda que el novio llevaba y que, sin lugar a dudas, acentuaba su cuerpo musculoso, "desde luego hacen una pareja fabulosa... van a ser la envidia de todos".

- "Hola, Arthit" - respondió Kongpob, con una leve sonrisa, mientras se detenía a mitad de camino para observar los adornos ya colocados - "parece que los organizadores se han superado a sí mismos".

Arthit asintió con la cabeza.

- "Me alegra de que te guste"  

"Sobre todo porque, al final, los he tenido que escoger yo mismo...", pensó mientras desviaba levemente la mirada hacia las alfombras negras y las flores blancas que adornaban todo el salón.

", pensó mientras desviaba levemente la mirada hacia las alfombras negras y las flores blancas que adornaban todo el salón

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Lo cierto era que todos, incluso él mismo, habían tenido que intervenir en la preparación de la boda. 

Después de todo, y desde hacía varias semanas, se había convertido en lo prioritario.

En lo único que importaba.

Todo lo demás podía esperar...

De hecho, incluso su propia boda había quedado relegada a un segundo plano.

Y es que todo debía ser perfecto para La Gran boda del año...

Sí.

Así era como se hablaba de ella. 

La Gran Boda del Año, el momento más esperado por todos y es que, finalmente, las dos familias más importantes del país se unirían para formar una sola.

Tal y como los fundadores de la compañía habían deseado.

- "Pareces feliz.." - musitó Kongpob haciendo que el joven saliera bruscamente de sus pensamientos.

A su lado, escuchando la conversación con interés, estaban los padres de Kong. 

"Pero... ¡¿cuándo es que han llegado?!", se preguntó Arthit mientras corría a saludar a las dos personas que, junto a sus propios padres, dirigían la Compañía Familiar.

Arthit tragó con dificultad pensando en la regañina que, sin duda, iba a recibir por no haber dado la bienvenida adecuadamente a los familiares de Kong.

Especialmente si su madre llegaba a enterarse de su metedura de pata.

Y es que, sin duda, ella era la persona que más interés tenía en que la boda se llevara a cabo. 

Aunque claro, eso sin contar con la abuela de Kong, Rose... 

- "Mi marido ya no está" - había dicho la anciana, con mirada decidida, en cuanto habían oído del regreso de Kongpob tras terminar sus estudios en el extranjero - "pero estoy yo... y me ocuparé de que todo salga como él hubiera deseado...y de que la boda se lleve a cabo en el menor tiempo posible".

Y así había sido.

Ahora sólo quedaba que los novios se presentaran para comenzar con la ceremonia que los iba a unir de por vida.

Arthit sonrió.

- "Es la boda de mi hermana. Por supuesto que estoy feliz por ella... y por ti" 

Kongpob asintió quedamente y volteó hacia la puerta por la que venían los padres y el abuelo de su novia

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Kongpob asintió quedamente y volteó hacia la puerta por la que venían los padres y el abuelo de su novia. Todos ellos con expresiones felices y mostrando sus mejores vestidos y joyas.

- "¡Kong!" - exclamó Peck mientras se acercaba y abrazaba al joven - "me alegro de que ya hayas llegado. Vamos, es mejor que esperemos ya en la puerta de la sala..."

Tras lo cual se llevó al joven hacia uno de los pasillos.

- "Tu hermana está lista, ¿verdad?" - preguntó Mr Rojnapat a su hijo.

Arthit asintió.

- "Ve a buscarla... es hora de comenzar con la ceremonia"

- "Enseguida" - respondió el joven mientras comenzaba a subir nuevamente las escaleras.

Su corazón, con cada paso que daba, latía con más fuerza y sus manos comenzaron  a sudar.

"Llegó el momento... la ceremonia va a comenzar. En pocos minutos mi hermana y Kong se habrán casado"

Arthit llegó a la segunda planta de la casa y se acercó a una de las puertas.

- "Hermana, es la hora..."

Sin embargo nadie le contestó.

El joven frunció el ceño y, lentamente, llevó la mano hacia el pomo dorado. Unos segundos después había abierto la puerta.

No había nadie...

La habitación estaba vacía salvo por un ramo de flores, las favoritas de Arthit y por una carta que el joven recogió con manos temblorosas.


Arthit,

No puedo seguir con esta locura...

Discúlpame con nuestros padres y con el abuelo.

Te quiere, tu hermana.

PD... te he dejado algo sobre el aparador (por si acaso)


Arthit miró hacia el mueble.

Allí, sobre un pequeño almohadón, se encontraba una pulsera que Arthit reconoció inmediatamente. 

Una pulsera que hizo que volviera a leer el mensaje sin poder creer lo que estaba ocurriendo. 

THE STORYBOOKWhere stories live. Discover now