Capítulo 27

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# Calle

Han pasado dos semanas desde que le propuse a María José ser mi novia y desde aquel días no me parado de ser feliz a lado de ella, aunque lo único que hacíamos en estos días eran los trabajos de la universidad. Estaba estresada por las actividades y más al lidiar con Paula que no paraba de quejarse por todo, la única que no estaba preocupada y de lo más tranquila era María José lo cual me parecía raro al saber que dependíamos de este trabajo, pero también nos ayudaba a tranquilizarnos cada vez que estábamos a punto de sacarnos un ojo con Paula.

Después de todo no habíamos calculado bien el calendario de trabajo, en terminar el trabajo nos había llevado más tiempo de lo que creíamos, cuando por fin lo hicimos planee otra sorpresa para María José lo cual me serviría para estar sola con ella.

—¿A dónde me llevas? —preguntó con risa al tener los ojos vendados. —amor me voy a caer...

—Ya vamos a llegar —dije mientras la guiaba. —Falta poco —murmuré a mirar que no estábamos tan lejos del lugar.

—Al menos dame un pista —me pidió Poché, negué con la cabeza como si pudiera verme. —Por favor —hablo con voz de bebé en ese intenté me rendí.

—Bien... —no podía con ella. —Ya conoce el lugar —miré a Poché quién arrugo su nariz.

—Daniela conozco muchos lugares —dijo en forma de protesta.

—No conmigo —contesté dando los últimos pasos. —Ya llegamos —dije emocionada, ayude a María José sacarse la venda.

—¿Qué es esto? —preguntó observando los materiales y la playa. —Por eso no podía caminar —dijo mirando con una sonrisa el mar.

—Estos son los materiales que necesitas para dibujar o eso creo —respondí dudosa. María José me miró con un brillo en los ojos.

—Eres increíble —dijo antes de besarme. —No sé ni cómo empezar —mencionó antes de tomar unos pinceles en su mano para mirarlos.

—Con eso no puedo ayudarte —comenté al ver como estaba debatiendo para elegir el pincel correcto.

—Esto va a tardar un poco —me avisó con una sonrisa tímida después de elegir uno.

—No tengo problema —contesté sentándome sobre la arena que estaba tibia.

María José comenzó a dibujar, era la primera vez que la veía tan concentrada y perdida en algo que hacía ni para el trabajo de la universidad lo estaba. No intente ni un momento en desconcentrarla lo único que podía hacer era observarla con una sonrisa.

—¿Qué horas es? —preguntó después de un largo silencio. Me senté en la arena para mirar el reloj que tenía en muñeca.

—Las ¿tres de la tarde? —contesté sorprendida, el tiempo había pasado muy rápido.

—Es muy tarde y aún no hemos comido nada —asentí con la cabeza. —hay que irnos...

—¿Ya terminaste? —pregunté emocionada por ver su obra. —déjame ver —le pedí una vez que me levante.

—No —Poché me impidió verlo cubriendo el cuadro con su cuerpo. —aún no lo termino, cuando lo haga te muestro te lo prometo —asentí nada de acuerdo con su decisión.

En todo el transcurso para llegar al auto intenté ver el trabajo de María José pero lo impedía cada vez que lo intentaba. Me di por vencida una vez que subimos al auto que había arrendado.

—Gracias por la sorpresa —mi puchero se borró inmediatamente al verla sonreír. —hace tiempo que no dibujaba.

—¿Por qué? —pregunté confundida, María José iba a responderme cuando recibió un mensaje en su celular. —¿Paso algo? —pregunté al ver como cambio su rostro después de leer el mensaje que había recibido.

La Guardaespaldas [EDITANDO]Where stories live. Discover now