#Calle
Paula no paraba de reír sobre la cama, después de haberle contado lo que había sucedido en el día anterior con Poché. Ahora no estaba muy segura si haberla llamado había sido buena idea, pero la necesitaba de escape, ya no aguantaba más la incomodidad que se había formadado en el ambiente con María José después de que ella malinterpretara mi pedido de ayuda.
—Oh, santo cielo ¡Eres terrible Daniela! —dijo Paula que sigue riendo escandalosamente.
—¡Fue un mal entendido! —digo tomando una almohada para tapar mi rostro. —No tengo la culpa de que ella lo tomara de ese modo —me escogí de hombros.
—En realidad sonó como María José lo imaginó. Yo pensaría lo mismo que ella si alguien me pidiera ayuda para bañarse y que ese alguien se trátese de mi ex —opinó Paula. Quite la almohada de mi rostro para ponerle atención a mi amiga, que se queda pensativa unos instantes. —Y para colmó si la ayudaría —puse los ojos en blanco. —Vamos Calle, no niegues que sí querías la clase de ayuda que Poché había imaginado que necesitabas. Somos mejores amigas ¿no?. Nos conocemos.
—Por milésima vez Paula, fue un mal entendido —digo soltando un suspiro. —Acepto que si se pudo haber tomado en doble sentido..
—Fue lo que sucedió —me interrumpió Paula escogiéndose de hombros.
—Sí, sí... pero no fue mi intención ¿okay? —Paula arquea una ceja. No sé por qué pierdo mi tiempo en tratar de convencerla cuando sé que no lo lograré.
—Ya, ya... lo que tu digas —dice mientras sonríe y me guiña un ojo. —Vamos. Sigue contándome quiero saber más —me pidió Paula, involuntariamente me sonrojo al recordar lo sucedido. Y Paula lo nota.
—Nos besamos —dije sin rodeos, no tenía caso intentar ocultar algo a Paula, nunca podría escapar de ella y lo sabía muy bien.
En todo este tiempo siendo su amiga, descubrí que era su don. No entendía como esta mujer podía sacar información sin hacer mucho esfuerzo, con un poco de presión conseguía la información que deseaba saber y a veces un poco más de la cuenta. Paula comenzó a dar saltitos en la cama sentada mientras me mira atenta esperando que siguiera.
*Flashback*
—¿Q-qué?... —dice sin comprender, su tono nervioso no me pasa por alto.
—¿Pasa algo? —le pregunto, Poché me miró por unos segundos pero no dijo nada, o más bien no se atrevía de decirlo.
—¿Por qué ese cambio de actitud? —pregunta después de unos segundos, la miró nerviosa sintiéndome un poco incomoda por su mirada. Menee la cabeza confundida no entendía nada y tampoco el porqué me decía todo eso. —No lo entiendo, Calle —murmuró Poché que parecía estar perdida en su pensamiento.
—Lo siento... pero no estoy entendiendo —murmuré buscando una explicación.
—Yo... no puedo llegar a entender la razón del porqué un día me mantienes cerca y después me alejas... —agaché mi cabeza avergonzada. —No te entiendo —susurró.
—Lo siento —dije en un inaudible sonido. Me sentía terrible por hacer eso y más a ella. Poché sonrió sin humor.
—Igual yo —dice con la voz cansada, desee no mirarles a los ojos en este preciso momento. Vi la tristeza y la decepción en sus hermosos ojos y el arrepentimiento y la culpa se apodero en todo mi ser.
—Poché... yo...
—Ssshh —me interrumpe y de la nada comenzó a acercarse. Puso su mano en mi mejilla y con el pulgar acaricia mi pómulo, sentía su respiración agitada sobre mi rostro, me quedé inmóvil sintiéndome desequilibrada emocionalmente al tenerla tan cerca nuevamente. Sus labios tocan los míos sutilmente, había extrañado la calidez de sus labios.
Me olvido de todo y me dejo llevar con cada roce de sus labios. Poco a poco detenemos nuestro beso y dejamos unida solo nuestras frentes, unos segundos después siento como sus labios se posan en mi frente dejando un suave beso en ella. Poché aun mantiene los ojos cerrados.
—¿Cómo puedo ayudarte? —me pregunta mientras se aparta con la misma lentitud con la que se acercó. La miró confundida y ella comienza a explicarme. —Uhm... necesitas un...
—Eh... Sí. Necesito algo que me ayude a... no mojar el yeso —María José me mira sorprendida con los ojos muy abierto para después soltar un pequeña risa mientras niega levemente con la cabeza.
—¿Qué sucede? —le pregunto a la ojiverde.
—Ay, Calle. De verdad, aún sigo sin entenderte —dice mientras se muerde levemente su labio. —Tal vez... ¿una bolsa? —pregunta con el ceño fruncido.
***
Paula me presta atención, esta muy atenta a todo lo que digo. No me interrumpe tampoco se burla mientras terminó de narrar la historia.
—Ella tiene razón, Daniela. Eres muy bipolar —murmuró Paula. Me cruzó de brazos fulminándola con la mirada.
—No lo soy —me defendí.
—Sí lo eres —agarró el control remoto de la televisión y la encendió pasando algunos comerciales para llegar algo que le llamara la atención. Quite el control de su mano para ganar de nuevo su atención.
—¿Por qué dices eso? —pregunto un tanto temerosa, confundida y sorprendida.
—Lamento ser yo que tenga que decirte esto pero, debes parar Calle. Debes decidir si quieres seguir con esto o terminar de una vez por toda con tu estúpido plan... —habló seria. —Porque lo único que estás logrando con todo esto es confundirla y eso no me parece justo —continuó Paula, mirándome fijamente.
—Lo sé... —le doy toda la razón, porque no puedo hacer otra cosa, ella estaba en lo cierto. No estaba bien jugar con los sentimientos de las personas, y yo lo había hecho. Me quede en silencio meditando no sé por cuanto tiempo en las palabras en que Poché me había dicho ayer.
—¿Entonces... que harás? —preguntó Paula con calma después de un rato. —¿Seguirás con tu plan? —me mira inquisidora y sé que quiere descubrir lo que realmente deseo a través de mi reacción.
—Y-yo... —no estaba segura de que decir.
—¡Chicas el almuerzo ya llegó! —la voz de Poché nos interrumpe antes de que pudiera responder.
—¿Vamos? —pregunto tratando de disuadirla. Paula guarda silencio por unos instantes, de pronto una leve sonrisa se asomó por sus labios mientras niega con la cabeza.
—Está bien. No te obligare a responder ahora... pero tampoco pienses que esto terminará así —me advirtió. Asiento poniendo de pie.
—Por fin —dice Poché energéticamente al vernos salir por la puerta, abrió las bolsas y saco la comida que ordenó. —Mi estomago me lo estaba rogando ¿por qué tardaron tanto? —preguntó sentándose en el taburete de la barra.
—Dios, esto huele tan bien —ignoró la pregunta de Poché y me siento a su lado. Ella coloca la comida frente a Paula y otro para mí. —Gracias —murmuré antes de devorar la comida.
—Chicas, pero qué ¿estuvieron vagando por el desierto hasta que finalmente encontraron un oasis? —preguntó Paula después de observarnos por un largo momento. —¿Cuando fue la ultima vez que comieron? —Poché estaba demasiado ocupada masticando para responder su pregunta.
—¿Comida real? No lo sé —respondí después de tomar un poco de jugo de naranja, me di cuenta de que realmente no había comido comida cocinada en días, la ultima vez fue cuando Poché cocino algo. —He sobrevivido con sándwiches.
—¿Sabes cocinar? —preguntó Poché. Paula se limpió la boca con una servilleta antes de responder.
—Por supuesto —respondió orgullosa con una sonrisa entre sus labios.
—Oh, bueno yo no. Después de todo no puedo ser perfecta en todo —puse los ojos en blanco pero terminé riéndome.
Estábamos terminado de comer cuando escuché el sonido de mi celular indicándome de que había llegado un mensaje, miré a Poché para indicarle de que todo estaba bien, que el mensaje no se trataba de otra amenaza y de que no tenía porqué preocuparse, pero no fue necesario. Al verla ocupada platicando con Paula.
Abrí el mensaje y lo leí, era Karol. No había sabido nada de ella en días, no había ido al hospital a verme así que no estaba segura de que ella tuviera conocimiento del accidente que había sufrido.
Hola Daniela, siento de verdad de no haber ido visitarte. Mis padres pensaron que era una buena idea visitarme, me mantuvieron lo suficientemente ocupada para no saber de tu accidente, en el momento en el que me enteré de lo que había pasado quise visitarte en el hospital pero ya habías salido, de verdad lo lamento :(
Terminé de leer el mensaje, la verdad era que no me había importado de que no fuera a verme en el hospital. Es decir, estaba en el hospital para recuperarme no precisamente para recibir visitas, si ella hubiera ido a verme me hubiera sentido obligada a mantener una conversación con ella. En cambio con Paula y mi familia no tenía porqué hacerlo lo único que había hecho con ellos fue quejarme libremente de mis dolores.
No pasa nada
Fue lo único que respondí antes de alzar la mirada y encontrarme con la mirada de Poché y Paula. Ambas estaban mirándome detenidamente.
—¿Pasa algo? —preguntó Poché refiriéndose al mensaje, negué con la cabeza.
—¿Era Germán? —estaba vez preguntó Paula, una vez más negué.
—No, no paso nada, no era mi padre y tampoco era una amenaza de muerte —intenté bromear pero la verdad no tenía nada de gracia lo que dije. Y las miradas de Poché y Paula me lo confirmaron. —...Era Karol disculpándose conmigo —respondí sintiéndome un poco incomoda bajo sus miradas, principalmente la de Poché quién me miró con ojos de evaluación.
—No puedo creer que ya sepa tu ubicación tan pronto —dice venenosamente María José.
—¿Por qué lo dices? —bufo molesta, mientras la miro incrédula no sé porqué esta tan segura de que le di la ubicación, cuando claramente les dije de que se trataba de un mensaje de disculpa.
Poché me miro fijamente sin responderte, la miré fijamente esperando una respuesta. Ambas mantuvimos los ojos fijos en la otra, como desafiándonos. Poché no estaba dispuesta a ceder, yo tampoco lo estaba hasta que la escuché soltar una pequeña risa llena de ironía.
—Bien, bien. Hay que limpiar la mesa —intervino Paula tratando de cortar la tensión que se formó en cuestión de segundos. Poché apartó su mirada de la mía.
—Yo lo haré, no te preocupes —murmuró Poché poniéndose de pie para recoger los trastes y lo dejarlo sobre el lavavajilla.
—¿Qué diablo acaba de suceder? Calle —gruñó mientras me miraba reprimiéndome. —Estar aquí viendo esta escena fue incomodo —dijo entre susurró Paula.
Sacudí mi cabeza, respirando profundamente. Todo estuvo mal.
—Dije que no te presionaría Calle pero odio verlas actuar así... —Paula se frota la cara con exasperación. —Tú eres mi amiga de toda la vida y te adoro, pero Poché también es mi amiga y este momento mi lealtad esta dividida entre ustedes. Así que iré al grano ¿terminarás con tu farsa o que harás? —cuestionó Paula.
—No es el momento Paula —dije mirando hacia la puerta de la cocina asegurándome de que Poché no estuviera escuchando. —Ahora no...
—Deja de ocultar lo que sientes —la mirada de Paula se tornó algo más suave. —Tienes que hablar con María José...
—¿Conmigo? ¿De que quieres hablar Daniela? —dijo una voz detrás mí, acompañada con un 'mierda' de parte de Paula, me quedo estática al escucharla volteo y la miro. Poché tenía la expresión neutra esperando que dijera algo. Mis ojos se clava en lo suyo sintiéndome imposible se articular una palabra.
—Uhm me tengo que ir —dijo Paula. —Poché gracias por la comida comprada —levantándose de la mesa se acercó a mi y abrazó. —Hazlo Calle —me susurró en el oído y me froto la espalda en señal de apoyo. Como de huir se tratase, Paula salió del apartamento.
—¿Y bien? —insistió Poché.
—Y-yo... ¿quiero hablar contigo? —digo torpemente, Poché sonrió levemente.
—Eso si lo sé, lo que aún no sé es de qué —murmuró Poché frunciendo el ceño.
—Quiero disculparme —respiré hondo antes de volver a hablar. —No he actuado muy bien contigo en varias ocasiones —Poché asintió. —Sé que crees que estoy jugando contigo pero no es así, yo... —quería decirle todo lo que sentía, el cuanto la amaba y mi terrible miedo a perderla. Mi conciencia comienza a recordarme lo que decidido hace días, pero no quiero seguir lastimando a María José, no soy capaz de hacerlo nuevamente —¿Me perdonas? —digo como ultimo recurso. Busqué una expresión en su rostro que ahora parecía estar confuso.
—Te perdono —dijo con una media sonrisa, mientras me daba la espalda para dirigirse en su habitación.
—Poché.
—¿Si? —ella se detuvo y me miró.
—No le di la ubicación —ella sonrió levemente.
—Lo sé —murmuró antes continuar su camino.
YOU ARE READING
La Guardaespaldas [EDITANDO]
RomanceDaniela tenía una vida normal como cualquier chica de su edad, hasta que los problemas comienza a llegar a su vida, cuando su padre recibe una amenaza de muerte y decide contratar a un guardaespaldas aunque su hija se niegue aceptar protección. Marí...