Capítulo 39

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# Calle.

Cuando me aseguré de que Poché no estuviera en la habitación, rompí en lágrimas no sólo por aquellas crueles y mentiras palabras que habían salido de mi boca, sino por el hecho de que mi vida se ha vuelto un infierno, no  sentir un momento de paz y vivir con miedo todo el tiempo era un infierno.

Jamás imagine que sería capaz de hablarle así a una persona que amo, dolía más lastimar que ser lastimado por alguien. Escuché unos pasos por el pasillo y limpié mis lágrimas lo más rápido que pude, cuando vi a Paula y a mi papá abrir la puerta y acercarse a mí. Paula me da una mirada compasiva mientras que mi padre sonríe de felicidad.

—Cariño, estoy tan feliz de saber de qué vas a estar bien —dice mi padre con una sonrisa acariciando mi mano.

—Hola, Paula —le sonrió melancólica.

—Hola, Calle... —se sienta en la silla que Poché había acercado para estar cerca de mí. —Me metiste un gran susto. No lo vuelvas a hacer nunca más, Daniela Calle —rió levemente.

—Lo intentaré —susurró. Paula me analiza con la mirada sé que ella sabe que algo me pasa, por algo es mi mejor amiga.

—¿Quieres descansar? —pregunta mi padre. —Te ves cansada, hija —más bien triste pensé.

—Señor Germán ¿puedes dejarme sola con Daniela? —pregunta mi amiga.

—Pero...

—Solo será un momento, necesito disculparme con ella... de algo —miró a mi padre dándole entender que estaba bien y que podía dejarme sola.

—Bien —responde con un suspiro para luego abrir la puerta e irse.

—¿Quieres disculparte? —pregunto en un tono burlón. —Soy todo oído, Paula Galindo.

—Lo haré pero ahora no. Daniela, dime ¿qué ha pasado? —preguntó poniéndose de pie para sentarse en mi cama, a mi lado. —¿Por qué Poché se ha ido así? —no respondo. —Me cruce con ella en el pasillo, choco conmigo y ni siquiera lo noto.

—No pasó nada, Paula —digo evasivamente. —Solo hemos discutido... —mi amiga me mira expectante esperando que siguiera contando. Suelto un suspiro pesado antes de continuar. —La trate horrible, Paula —hablé con la voz rota sintiendo las lágrimas sin control caer sobre mis mejilla. Sentí la mano cálida de Paula posarse en mi hombro.

—Fue porque te oculto de que era tú guardaespaldas —pregunta confundida. —Porque si es así, estás siendo muy dura e injusta con ella. Ella no lo hizo con mala intención, no fue su decisión ocultarte la verdad, en todo caso todo lo hicimos. Así que te obligo a que estés enojada con todos nosotros no solo con ella...

—Detente Paula... —le suplico con la mirada. Sé que su objetivo era que entrara en razón pero lo único que logro fue que me sintiera la peor persona del mundo. —La amo...

Paula no dijo nada más, sólo se acercó y me abrazó, lo que necesitaba en este momento, un abrazo en donde puede derrumbarme por completo. Ahogué un grito de rabia por todo lo que estaba sucediendo en mi vida contra su hombro.

—La amo, Paula... y no me perdonaría si algo le sucede por mi culpa... debo cuidar de ella ¿por qué todo tiene que ser tan difícil, Paul? —sollocé sin control, recordando las crueles palabras que dije hace un rato. —Si tratándola así conseguiré que se aleje de mí, lo haré...

—Haciendo lo que vas a hacer solo lo vas a destruir, Daniela. María José está muy enamorada de ti —Paula dejó de abrazarme.

—¿Y crees que no lo sé? Estoy sufriendo como nadie en este momento, porque le tengo que mentir y romper a la única persona que me hizo sentir la mujer más amada y dichosa en este mundo, esto es una completa mierda, Paula —ella me miró con compasión lo que inmediato odie, odio que las personas me vea llorar y que me miren así.

La Guardaespaldas [EDITANDO]Where stories live. Discover now