Capítulo 46

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# CALLE

Me despierto al sentir que mi rostro era iluminado por los fuertes rayos de sol que atravesaban por la ventana. Como puedo abro los ojos poco a poco mientras intento levantarme, con la intención de darme la vuelta me percato que el cuerpo de María José me impide hacerlo, sus brazos rodean mi cintura debajo de la sabana como si de alguna manera intentara no dejarme ir. Sonrió al sentir la calidez de su cuerpo junto al mío, había extrañado esta sensación por completo.

Como puedo me arreglo para girarme y estar frente a frente, quedando su rostro a unos centímetros del mío, mi sonrisa se ensanchó al verla serena, con la respiración pesada... simplemente hermosa. Tener su cuerpo totalmente pegado a mi cuerpo me estremeció de una manera increíble, la observo fascinada en su serenidad, que fácilmente podía acusarme de ser una acosadora. Sus labios estaban entreabiertos, y gracias a que los rayos del sol que entraba a través del cristal daban a su rostro, pude percibir que estaba ligeramente y perfectamente acentuado a su tono de piel, retire los mechones de cabellos que caían sobre su cara para poder estudiarla mejor, sintiéndome afortunada de poder hacerlo.

—Podría mirarte todas las mañanas y aun así no me cansaría de verte —susurré mientras mis dedos trazaban la línea de su mandíbula. Cuando su cuerpo comenzó a moverse y sus ojos comienzan a abrirse, de inmediato dejo a un lado mi mano y rápidamente siento mis mejillas calentarse al ser descubierta. —Buenos días —murmuré sonriendo de pura ternura ante el adorable imagen que tengo enfrente.

—Buenos días —dice con la voz ronca y somnolienta. Intenta abrir sus ojos pero parece tener mucha dificultad para conseguirlo ya que sus ojos volvían a estar cerrado en cuestión de segundos. —¿Por... por qué hay mucha luz? —cuestiona mientras luchaba contra sus ojos, obligándolos a abrirse. Mire hacia la ventana y las cortinas estaba abiertas de par en par, eso respondía a su pregunta.

—Olvidaste cerrar las cortinas —expliqué, ella no dijo nada porque sus ojos volvían a estar cerrados. Sin tener su atención, me detengo a observarla por algunos segundo más.

—Me siento acosada —susurra con un aire de burla haciéndome reaccionar. —Aunque eso no significa que no me guste que me mires así, al contrario... me gusta.

—¿Así cómo? como una acosadora —me burlo sonriendo como una boba. Poché abrió un ojo y me sonríe maliciosa.

—No, como una pervertida —me quedo perpleja al oírla y mis ojos se abren inmediatamente de sorpresa.

—¡Poché! —exclame y sentí como mi mejilla comenzaba arder por su comentario. María José simplemente soltó una carcajada mientras estiro su brazo y paso por mi cintura atrayéndome hacia ella acto seguido engancho su pierna alrededor de mi cintura abrazándome fuerte. Cierro los ojos y entierro mi rostro en el espacio de su cuello, inhalando profundamente su aroma. —No soy una pervertida —digo con un puchero mientras me acurruco más a ella.

—No, no lo eres —dice mientras me da un cariñoso beso en la cabeza.

—Sólo te estaba mirando... demasiado —murmure excusándome, Poché ríe una vez más. Elevo mi rostro para quedar aún más cerca de ella. —Hay que quedarnos así para siempre —digo sonriendo con nerviosismo, muerdo mi labio inferior en cuanto dirijo mi vista hacia los suyos.

—Me encantaría... —murmura dulcemente acariciando mi mejilla con suma delicadeza. —Pero no podemos, hoy te quitan el yeso —suspire aliviada, por fin el día en que tenía que dejar de usar las muletas a llegado. Estaba harta de usarlas, aunque en varias ocasiones olvidé su uso, para moverme por el apartamento.

—Uhmm... —susurro con cierta desilusión. —También debo hablar con Karol —suelto en un murmuro recordando la conversación unilateral que tuvo ella anoche. Siento un repentino cambio en su agarré al mencionar a Karol, pero no permito que me suelte, la escucho resoplar para luego echar su cabeza hacia un lado, rendida. —Anoche se veía angustiada y bastante desesperada —digo con el entrecejo fruncido.

La Guardaespaldas [EDITANDO]Where stories live. Discover now