Capítulo 40

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# Calle

Han pasado dos días desde que desperté, durante los cuales lo mismo dos días no he visto a Poché y mucho menos he sabido algo de ella. Aún tenía la venda en la cabeza, sin embargo, algunas heridas ya estaban sanando mientras que otras seguían en mi piel. El dolor que sentía en la espalda por estar tanto tiempo acostada era un verdadero martirio y más teniendo en cuenta que aún tenía la pierna enyesada. Según el doctor tardaría en curarse, pero podría hacerlo estando en casa, así que no había ninguna necesidad de seguir estando en el hospital. Hoy por fin me dieron el alta.

Escuchó tocar la puerta de la habitación y unos segundos después se abrió dejándome ver a mi nueva amiga entrando con un frasco pequeños que al aparecer eran mis medicamentos. Intentó levantarme pero al ver rostro de Norma decido que no era buena idea.

—Woa, woa, woa... quieta ahí —dice divertida. —Aún no puedes esforzarte mucho, Daniela —dijo esta vez completamente seria.

—No soporto estar ningún minuto más aquí —me quejó como una niña pequeña.

—No es tan malo estar aquí, claro si es que me tienes como enfermera —sonrió. —Estarás en casa muy pronto —dice amablemente. Me dio un vaso casi lleno y un frasco que contenía dos capsulas, pase uno por uno los medicamentos por mi garganta cuando lo tragué completamente le devolví el vaso. —Bueno creo que es hora de despedirme, tienes una nueva oportunidad Daniela, disfrútala y sigue adelante. Y espero no verte por aquí de nuevo —dice con una media sonrisa.

—Gracias —digo un tanto conmovida por sus palabras.

—Tu familia ya está aquí, te están esperando en la sala de espera... ¿lista? —pregunta mientras me entrega las muletas, la miré confundida, se supone que saldría en unas horas no ahora.

—¿Ahora? —pregunto. Norma asiente como respuesta. —Bien —me levantó y tomo una muleta en cada mano y me apoyo con ella, por un momento perdí el equilibrio, sentí que iba a caerme pero Norma me ayuda para evitarlo.

—Muy bien. Ahora trata de caminar y si llegas a resbalar o tambalear sólo aférrate a las muletas —asiento no muy convencida.

Me moví lentamente, me había dolido un poco la pierna pero era soportable el dolor. Tardó bastante en avanzar, llevo una muleta en cada mano y eso me impide ir más rápido y más teniendo en cuenta que mi pierna izquierda pesaba un poco más. No sería nada fácil.

—Ha sido un gran gusto conocerte, Daniela —dice Norma mientras caminamos por un largo pasillo.

—Nunca dejes de ayudar a las personas. Eres un gran enfermera —le digo con una sonrisa. Luego de haber salido de aquel largo pasillo, veo a padre y a mi hermana pero no a Poché. ¿Dónde podría estar? escucho la voz de Norma y en cuestión de segundo me saca de mi pensamiento.

—Adiós, Daniela —compartimos un pequeño abrazo mientras le agradecía por sus cuidados en estos días y nos despedimos.

—¡Papá, Juli! —les llamó, ellos no dudaron en acercarse.

—¿Vamos? —me pregunta Juli con una sonrisa. Sonrío y asiento frenéticamente.

Nos encaminamos hacia la puerta de la salida después de aquellos pasillos. Cuando por fin llegamos al estacionamiento mi hermana me ayuda con mis muletas, mientras me subo en el auto con mucha dificultad. Mi pierna comienza a dolerme un poco, tal vez por el movimiento y el esfuerzo que estoy haciendo.

Mi padre sube en otro auto con su guardaespaldas, unos segundos después Johann sube en el auto del copiloto mi hermana en el asiento trasero. Johann me dedica una leve sonrisa, quiero preguntarle por María José pero no lo hago. No sé en qué momento me quedo dormida en el asiento del auto, unos toques en mi hombro me despertaron lentamente abrí los ojos para encontrarme a mi hermana con una sonrisa burlona.

La Guardaespaldas [EDITANDO]Where stories live. Discover now