Capítulo 48

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# CALLE

Observo distraída las galletas de consuelo que Ana me había ofrecido. Suelto un suspiro antes de llevar uno en la boca. Ana me mira atentamente ubicándose en uno de los taburetes de la cocina, frente a mí.

—¿No te gustan? —cuestiona viendo las galletas casi en la misma forma en las que me había dejado.

—No es eso —murmuro haciendo una mueca. —No tengo mucha hambre —le ofrezco una leve sonrisa como disculpa. Si me hubiera dado las galletas antes de la noticia de la renuncia de Poché, las hubiera acabado en segundos. 

—¿Es por María José? —ella suspira, asiento con la cabeza silenciosamente. Noto que espera que diga algo, así que lo hago.

—Sigo sin entender su decisión —resoplo frunciendo más el ceño. —¿Ella te mencionó algo más? —pregunto esperanzada. Ella asiente pensativa. Al menos Ana tenía más comunicación con ella.
 
Me siento patética por pensar que todo estaba bien entre nosotras. Que podíamos estar juntas de nuevo. Pero eso parece estar tan lejos de la realidad.
 
—Dijo que se vería con una amiga... —alzo la cabeza interesada, truezo los labios sin saber quién podría ser su amiga. —No recuerdo su nombre, pero se trata de una agente de la policía.
 
—¿Verónica? —cuestiono al tiempo que maldigo en mi interior.
 
—¡Sí!. Ella. No dijo mucho, sólo que era un asunto de trabajo —aprieto los labios molesta.
 
—Muy bien Ana, acompáñame —digo, rápidamente poniéndome de pie.
 
—¿Qué? ¿Dónde? —pregunta alarmada.
 
—Buscaremos a Poché —declaro.
 
—No sabemos donde está —afirma Ana.
 
—No, pero Johann sí. Y él nos dirá —respondo escogiendo los hombros. Comienzo a caminar llevándome a Ana conmigo. —Johann —le llamé y se sobresaltó un poco al oírme.
 
—Señorita —me mira con la expresión sorprendida. —¿Se le ofrece algo? —pregunta.
 
—Sí, de hecho sí. Necesito que me digas en dónde se encuentra Poché —murmuro con una leve sonrisa. —Por favor —termino rápidamente.
 
—Eh... yo... no sé donde está —responde nervioso.
 
—Hablaste con ella —le digo obvia.
 
—Sí. Pero ella no me dio su ubicación —miro a Ana en busca de ayuda, pero ella parece no darse cuenta.
 
—Por favor Johann, es una emergencia —exageré tratando de sacarle información.
 
—¿Sucede algo? —pregunta sonando preocupado.
 
—¡Sí! Sucede que estoy a punto de volverme loca —digo dramáticamente. —¿Puedes ayudarme a no perder la cordura? —murmuro suplicándole con la mirada. Ana soltó una pequeña risita rompiendo mi momento de convencimiento.

—No sé donde está —suspiré dándome por vencida. Él dudó en continuar o no, pero luego aclaró su garganta. —Pero mencionó que estaría cerca de su apartamento —con eso ya tenía una idea de donde podía estar.
 
—Johann eres increíble —le doy un corto abrazo. —Vamos Ana —tomo su mano y la encamino hacia la puerta.
 
—Esperen —escucho la voz de Johann detrás y hago caso. Detengo mis paso al igual que Ana. —Tengo que ir con ustedes.
 
—¿Qué hay de mi hermana Juliana? —pregunto con el ceño fruncido.
 
—Ella dejó de tener guardaespaldas en el momento en que detuvieron a los hombres —explicó Ana.
 
—Oh, bien vamos.
 
****
 
El apartamento de Poché no se encontraba muy lejos de mi casa, por ende el bar en donde podía estar ella con Verónica tampoco lo estaba. El trayecto fue en silencio y no fue para nada incómodo, Johann estaba concentrado en el camino, Ana estaba ocupada observándome con el ceño fruncido y yo estaba sumida en mis pensamientos. 
 
—¿Qué sucede? —no puedo evitar preguntar al sentir la mirada intensa de Ana sobre mí.

—No sé cómo dejé que me convencieras de acompañarte —cuestiona al tiempo que cruza sus brazos. La miro indignada. Paula no estaba a tanto de lo que estaba pasando en mi vida, mi mamá estaba lejos, Ana era la única persona que quedaba para ayudarme. —Ni siquiera hablé con tu padre.
 
—Por el no te preocupes. Él sabe que estás conmigo, que te invité a almorzar —murmuro recostándome en el asiento.
 
—Claro, almorzar —comenta con ironía. —Vamos, dilo, estamos siguiendo a María José —me mira con cejas levantadas.
 
—Si lo dices así suena mal.
 
—¡Porque está mal! —dice frustrada. —Daniela, lo que estamos haciendo está mal —ruedo lo ojos y siento una pequeña palmada en el regazo.
 
—¡Auch! —exagero, mientras me sobo la pierna. Suelto un suspiro antes de hablar.
 —Sé que está mal, lo sé, pero... necesito explicaciones, entender lo que está pasando. Y este es la única manera que tengo para saberlo. Poché no me deja mucha opción ¡ni siquiera responde mis llamadas!  —es mi hora de estar frustrada. —Cómo es posible. Hace unas horas todo estaba bien con ella y ahora... todo está mal  —digo sin entender mi vida amorosa.
 
—Llegamos —escucho la voz de Johann. Miro a Ana, con los ojos llenos de esperanza para que no pueda resistirse, espero expectante su afirmación.
 
—Vamos —sonrió ante su respuesta. Y bajo con ella.
 
El lugar estaba casi lleno, nos atendieron al llegar y ahora estábamos sentadas frente a frente en la pequeña mesa redonda, buscando con la mirada a María José. Al menos yo estaba haciendo todo lo posible para encontrarla, mientras que Ana, por otro lado estaba concentrada escaneando todo el menú.
 
—No hay nada bueno para comer —dice aparentemente molesta e indignada.
 
—Es un bar —comento desinteresada, echando un breve vistazo a Ana y luego regresando en mi búsqueda. —Ahí está —susurro en voz baja y Ana me miró extrañamente ante mi tono al tiempo que se inclinó hacia adelante.
 
—¿Uhm? —su voz bajó un nivel, claramente imitando mi acción.
 
—Poché está aquí —Ana levantó las cejas sorprendida y asiente dejando a un lado el menú.
 
—Bien, que esperas ve hablar con ella y luego me llevas a casa —negué con la cabeza.
 
—No lo haré, Verónica está con ella —mi acompañante frunció el entrecejo.
 
—¿Y eso que? Viniste hablar con ella, ¿no? —preguntó. Asentí. —Pues ve y hazlo —lo hizo sonar muy fácil.

La Guardaespaldas [EDITANDO]Where stories live. Discover now