# Calle
Varios golpes en la puerta me despierta, abro los ojos sobresaltada y miro a mí alrededor algo confundida. Poco a poco recuerdo en donde estoy y miro el reloj de mi celular, son las ocho de la mañana. Me levanto con un poco de dificultad y desorientada, lentamente me acerco a la puerta.
—¿Sí? —digo bostezando mientras intento arreglar mi cabello enmarañado.
—Calle, el desayuno está listo... —dijo María José al tiempo que abro la puerta. Me quedo por unos segundo inspeccionándola se veía hermosa con su cabello recogido y su jeans azul y camiseta blanca. —Uhm... buenos días —sonrió de medio lado al verla nerviosa.
—Buenos días... —digo sin poder sacar mi mirada sobre ella. No sé cuánto tiempo me quedo mirándola sin decir nada.
—Iré a... iré a la cocina —dijo antes de salir huyendo nuevamente.
Solté un suspiro antes de salir por la puerta y dirigirme en la cocina, encuentro a Poché colocando el jugo en la mesa, al verme llegar me ayuda con la silla. Veo los sándwiches ya completamente preparado, sonrió enternecida por el esfuerzo de María José.
—Tal vez te esperaba algo mejor que unos simple sándwiches, pero como te había mencionado mis cualidades en la cocina son casi nulas. Lamento defraudarte —dijo María José, sonando un poco avergonzada y tímida.
¿Por qué era tan dulce y buena conmigo después de cómo me había comportado con ella? Era consciente de que no me merecía nada de esto, no sé ni cómo tengo el valor para volver a ver su cara.
—Se ve delicioso... gracias —no sé qué más puedo decir. Estaba totalmente conmovida por todo, me sentía fatal. María José no hecho otra cosa más que cuidarme, aun cuando le había tratado mal.
Un silencio incomodo se instala de nuevo entre nosotras, ninguna de las dos se atreve a mirar a la otra, estábamos concentrada comiendo nuestro sándwiches o al menos lo simulábamos. Hasta que la escucho suspirar con pesadez, alzo la mirada y la encuentro mirándome detenidamente.
—¿Siempre será así?... —preguntó dejando un lado su comida. —No podemos seguir ignorándonos como sino existiéramos. Daniela, estamos viviendo junta, al menos intentemos ser compañera de piso y hablarnos de vez en cuando ¿no? —habló tan deprisa que apenas pude procesar las primeras oraciones.
—Pensé que no querías hablar conmigo —dije soltando una risa nerviosa desviando mi mirada de la suya.
—¿Por qué? —preguntó en un tono dulce buscando conectar de nuevo su mirada con la mía. —Creo que no has notado que he intentado mantener una conversación contigo, que dure al menos cinco minutos —confeso.
—Te fuiste, después de discutir te marchaste y no supe nada de ti durante dos días —dije este último un tanto de dolida. María José me miró sorprendida.
—Sí... solo necesitaba espacio y tiempo para pensar... —susurro con una sonrisa triste encogiéndose de hombros. —Podemos intentarlo ¿no? —preguntó después de un largo silencio mirándome con cautela.
—¿Qué? —pregunto rápidamente confundida.
—Ser compañera de piso —asentí un poco decepcionada.
—Sí, hay que intentarlo —Poché sonrió alegremente.
—Bien, en ese caso. Hay que tener algunas reglas básicas de convivencia para poder sobrevivir —alce las cejas sorprendida por la naturalidad en que había tomado María José para hablar conmigo, cuando hace un momento estábamos realmente incómoda hablando.
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La Guardaespaldas [EDITANDO]
RomanceDaniela tenía una vida normal como cualquier chica de su edad, hasta que los problemas comienza a llegar a su vida, cuando su padre recibe una amenaza de muerte y decide contratar a un guardaespaldas aunque su hija se niegue aceptar protección. Marí...