# Poché.
Fui a mi habitación y quite mi ropa mojada, sequé mi cuerpo y puse algo más cómodo. Ya era tarde y estaba lo suficientemente cansada para bañarme de nuevo, lo único que deseaba era meterme en la cama y dormir, pero antes de hacerlo tenía que ver a Daniela y asegurarme de que no hiciera algo tonto. Toque un par de veces la puerta de su habitación antes de hablar.
—¿Quién? —respondió antes de abrir la puerta y verme ahí parada. —dime.
—Solo quiero saber sino piensas escaparte esta vez —pregunté alzando mis cejas.
—No, por esta noche, ya no.
—¿Segura? —volví a preguntar no muy convencida.
—Estoy cansada, tú también lo estas. Ambas lo estamos.
—Bien, entonces... ¿buenas noches? —dije aun dudando de su palabra. Daniela puso los ojos en blanco antes de cerrar su puerta. —Creo que lo es...
—Buenas noches María José —la escuché decir desde el otro lado de la puerta. Sonrió regresando a la habitación.
Llegue hasta mi habitación aún con la energía en el piso. No quite mi abrigo ni me moleste en ponerme la pijama, solamente me tire en la cama, abrazándome a una almohada. Estaba muy cansada, necesitaba dormir un poco o bastante, sin necesidad de moverme me tape con la cobija. Cerré mis ojos dónde me dormí sin ningún problema alguno.
Desperté con un gran dolor de cabeza, me fue casi imposible abrir los ojos, mi cuerpo se sentía débil. Al parecer había agarrado un resfrió.
—Buenos días —dije entrando en la cocina con la cabeza agachada y tosiendo. Daniela estaba tan concentrada en su desayunando que solo asintió con la cabeza, lo tome como un saludo, mientras que Ana dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirarme.
—Creo que a alguien se le pego las sábanas —comentó Ana con una sonrisa burlona.
—Lo siento... no sé cómo no pude sentir la alarma —murmuré confundida sin entender como me había quedado dormida por tanto tiempo. Tome asiento en unos de los taburetes, aceptando el café que Ana me está ofreciendo.
—¿Te sientes bien? Te ves mal —mentí asintiendo con la cabeza mientras tomaba un trago de mi taza de café.
Mientras sigo bebiendo mi café siento la mirada de Daniela sobre mí, ella aún no había dicho nada desde que entré en la cocina. La miré de reojo, al ver que le estaba observando regreso su mirada en su desayuno, sonreí negando con la cabeza Daniela a veces era como una niña pequeña.
—¿Qué quieres de desayuno? —me pregunta Ana un tanto emocionada por cocinar.
—Gracias, pero...
—Pero nada —me interrumpe. —No has comido nada desde ayer... —me regaña —Y déjame decirte que hoy no te ves nada bien.
—Es solo un resfrió, no es nada grave. Y sobre la comida, te prometo que comeré algo pero ahora realmente no deseo comer nada —Ana resopla rendida, mientras que Daniela me mira confundida y preocupada. Esta vez no le importo que le estuviera mirando —Sabes algo del señor Germán —le pregunto intentando cambiar de conversación.
—Sí. En unas horas sale —responde Ana por ella.
—Bien, eso es una buena noticias —le dedique una media sonrisa a Calle. —¿Piensa salir hoy?
—Sí, después de que terminé el desayuno —asentí tomando de nuevo mi café.
—Iré a cambiarme —dije poniéndome de pie para salir de la cocina, subí el primer escalos sin mucha fuerza, mi cabeza me daba vuelta. Al parecer mi cuerpo estaba descompensando por no haber comido nada desde ayer. Una vez que llegué en la habitación me senté en la cama.
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La Guardaespaldas [EDITANDO]
RomanceDaniela tenía una vida normal como cualquier chica de su edad, hasta que los problemas comienza a llegar a su vida, cuando su padre recibe una amenaza de muerte y decide contratar a un guardaespaldas aunque su hija se niegue aceptar protección. Marí...