Capitulo 2

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Sus ojos eran color negro ébano. Tenía una mirada profunda que por fuera intimidaba, pero que si te detienes a apreciar, puedes notar cuan cargada esta de misterio.

No puedo negar que en el fondo su mirada me había encantado, ¡joder!, el hecho de que este tipo me esté secuestrando me está volviendo loca porque solo estoy pensando estupideces.

Fije mi mirada en la ventana, no quería seguir viendo a ese tipo. Mi mente solo podía pensar en Nico, en cómo estará o en si le hicieron algo.

¿Qué habrá hecho para que se lo llevaran?

Había empezado a llorar en silencio, sentía la mirada del tipo en mí de vez en cuando. Después de un largo rato llegamos a un lugar con una reja enorme para poder pasar.

Al pasarla se podía observar una mansión mucho más grande que donde yo vivía en Italia.

El auto se estaciono frente a la entrada principal de la casa. Bajo del auto al tiempo que el chofer abría mi puerta, él chico extendió su mano en forma de "caballerosidad" para ayudarme a bajar.

-Su caballerosidad podía metérsela por donde le quepa - Luego de haberme secuestrado dudo mucho que en verdad sea un caballero.

Ignore su mano y baje yo sola, me quede parada sin decir nada. Su mirada se tornó molesta, ¿éste que se cree?, me importa un pepino si le molestaba. Yo estoy más molesta y aterrada.

Justo en estos momentos es cuando más deseo que mi hermano este aquí para poder defenderme, así como lo hacía antes de los tipos malos.

-Entra – ordenó serio tratando de simular su enojo. No moví ni un solo músculo, seguía parada en el mismo lugar - ¡QUE ENTRES! – Gritó – No me harás caso. Pues bien, tú lo quisiste así.

Me cargo como si de un costal de papas me tratara. Le pegaba en la espalda, le gritaba y por mucho que me moviera no me soltaba. Era inútil.

Subió las escaleras hasta el segundo piso, entro en una habitación e instintivamente me alarme.

-¡Ya déjame! – temía que me quisiera violar o hacerme otra cosa.

Me tumbo en la cama, aproveche para alejarme de él lo más que pude.

-¿Qué quieres de mí? – Volví a gritarle – Me secuestraste, ¿Ahora qué?, ¿ME VIOLARÁS?

La sola idea de que pudiera hacerme eso me aterrorizaba.

Su expresión neutra no me hacía sentir menos calmada, sino todo lo contrario, me pone los nervios de punta haciéndome esperar lo peor.

-Nicolás – mascullé en voz baja – Dónde... ¿Dónde está él?

Las lágrimas bajaban a cascadas por mis mejillas, estaba muerta del miedo y necesitaba saber algo de mi amigo.

-¿Qué es de ti ese chico? - cuestiono molesto frunciendo el ceño.

-Es mi amigo – respondí con la cabeza gacha. No obtuve respuesta de su parte.

-Esta será tu habitación de ahora en adelante, tienes todo lo necesario aquí.

Ya no irás más a la escuela, ahora harás todo lo que yo te diga. Y ni se te vaya a ocurrir escapar, no sabes de lo que soy capaz – su tono era frívolo, me congelaba por completo – Ahora eres mía.

Sentencio acercándose a mí. Puso una mano en mi cintura, con la otra mano agarro mi mentón y me beso.

¡Me beso! – Besa tan bien – pensé a mitad del beso.

-¡Por dios Alexandra qué estás diciendo! – me reprendí. Seguramente me mata y yo pensando estupideces.

Me aleje de él provocando que se enojara.

El reyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora