Capitulo 30

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En el hospital Carlos ya nos esperaba con una camilla y varios paramédicos, se la llevaron y me quede en la sala de espera.

-James - Evan puso una mano sobre mi hombro, gire a mirar a los chicos sin expresión alguna - Ella va a estar bien.

-Eso espero.

Había pasado una hora sin tener noticia alguna, estaba impaciente. Carlos se acercó a donde estábamos, rápidamente me levante de mi lugar acortando la distancia.

-¿Cómo está?

-Ella está bien James, tranquilo - sonrió tranquilizadoramente - No hay nada qué preocuparse, de hecho está preguntando por ti.

-Puedo verla.

-Sí, acompáñame.

En el trayecto a la habitación explico que no fue nada grave y ya me la podía llevar a casa. Entré y la vi con el ceño fruncido, sumida en sus pensamientos.

-Mi reina, me alivia que estés bien - dio un saltito, llevándose una mano al pecho.

.Me asustaste - musito nerviosa sin quitar su cara angustiada.

-¿Sucede algo? - Volvió a sumergirse en sus pensamientos - Alexandra, te estoy hablando - hable más fuerte, captando su atención - Pregunte si te ocurre algo.

-Nada - respondió haciendo una mueca - Vámonos a la casa.

Espere afuera a que se cambiará y fuimos con los chicos, la deje con ellos y luego de firmar, por fin nos marchamos a casa.

-Estas muy callada - inquirí - Alexandra, si estás así por lo de hace rato - mencioné sin despegar la vista del camino - Perdón por gritarte y ponerme así hace rato, pero no puedo controlarme cuando alguien te coquetea - me miró de reojo, volviendo enseguida su mirada hacia fuera - Bien -solté un suspiro.

Apenas estacione el auto salió corriendo, baje detrás de ella siguiéndola a nuestra habitación.

-Claramente no estás bien - cerré la puerta - Alexandra estoy angustiado - me acerqué a ella tomándola por los hombros - Dime qué ocurre - la obligué a mirarme - Hey, ¿por qué lloras? - limpié sus lágrimas con la preocupación a flor de piel.

-Tengo que decirte algo - musito nerviosa.

-¿De qué se trata?

-Nunca hablamos de esto - calló unos segundos, agachando la cabeza - James - levantó la mirada viéndome fijamente a los ojos - Estoy embarazada - soltó de golpe, dejándome en shock.

"Estoy embarazada" - sus palabras resonaban fuertemente en mi cabeza - No puede ser, ¡NO!, Me niego aceptarlo.

-Dime que no es cierto - manifesté agriamente en voz baja - ¡Dime que no es cierto, Alexandra! - grite llevándome las manos a la cabeza, exasperado.

-Es cierto - confirmó entre llanto.

-Me niego rotundamente a que tengas esa cosa - vociferé frívolo.

Su cara cambio radicalmente; la chica delante de mí a pesar de llorar, irguió la espalda manteniendo una postura severa.

-No es una cosa, Miller - objetó superando mi frivolidad - Si no lo quieres está bien, no te estoy obligando a nada - dio media vuelta y camino a la salida.

-¿A DÓNDE VAS?

-Que te importa, prefiero estar en otro lado a estar con alguien que se está comportando como un niñato inmaduro y patán.

-Claro - reí irónico - Y por eso vas a ir directo a los brazos de ese ti...

-SUFICIENTE, MILLER - gritó callándome - Eres un imbécil - escupió con decepción volviendo a girarse - Me pregunto si casarnos fue lo mejor - salió dando un portazo.

Me quede estático sin saber qué hacer, escuche minutos después dos autos partir a toda velocidad y unos segundos más tarde, Evan entró empujándome.

-IDIOTA - llego Lizeth gritando - ¡CÓMO SE TE OCURRE!

-Eres un cabrón - Evan me lanzó contra el tocador de Alex - UN JODIDO IMBÉCIL - me tomo de la playera queriendo lanzarme contra una pared.

-SUÉLTAME - lo empuje sacándomelo de encima.

-Eres un imbécil - escupió decepcionado - Cómo te atreviste a decirle eso.

-Ya basta. Yo no quiero esa cosa, ella debería estar de acuerdo.

-Piensa que esa "cosa", no se hizo sola - rebatió Lizeth.

-El bebé no tiene la culpa Miller - lo sé Ev - Es tan decepcionante escucharte hablar de esa forma cuando tu dabas la vida por nosotros, para que no fuéramos a morir; para que Lizeth y yo estuviéramos bien a pesar de que tu sufrieras las consecuencias - sus palabras trajeron recuerdos dolorosos a mi mente - Pero a pesar de eso, no eres capaz de defender a TU propio hijo, de ti mismo - recriminó - Tú, él que un día prometió no ser nunca como ese tipo y ahora, ibas hacer exactamente lo mismo.

Querías matar a tu hijo, ¡a tu sangre! - sentí como si me hubieran echado un balde de agua helada, evocando los recuerdos tortuosos cargados de dolor y sufrimiento, que intentaba olvidar. Mi pequeña Liz lloraba en silencio evitando mirarme - Que decepción James - su mirada mostraba la decepción de sus palabras - En verdad - agarró a Liz guiándola hacia la salida - Vamos por nuestras cosas.

-¿A dónde van? - indagué serio.

Liz volteo mirándome como si tuviera cuchillas en los ojos, más no dijo nada y Evan mucho menos. Se salieron sin decir nada, cerrando la puerta tras ellos.

-¡DEMONIOS! - Grité furibundo lanzando las cosas del tocador al suelo - Por qué ahora - arrase con todas las cosas que había en el cuarto, pero simplemente el sentimiento que me embargaba no desaparecía. Una parte de mí me reprochaba haber dejado ir a Alexandra - Maldito estúpido - no pude más, me desparramé en el suelo hecho un mar de lágrimas.

La soledad siempre me gustó, se convirtió en mi aliada por mucho tiempo, pero en este preciso momento es mi peor enemiga. Metí la pata hasta el fondo, en un instante perdí todo lo que amo; la única persona que realmente me importaba ya no está y la soledad, es lo único que volvía a quedarme.

 Metí la pata hasta el fondo, en un instante perdí todo lo que amo; la única persona que realmente me importaba ya no está y la soledad, es lo único que volvía a quedarme

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