Capitulo 69

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James Miller.

-No puedo creer que la tonta de April vaya salir de fiesta sabiendo que están buscándola - Liz reía divertida.

-No sabe nada sobre esto, lo sabes - dije sin importancia. Desde que Dominick mandó mensaje avisándome que mi reina había llegado, me acomodé en la silla de mi escritorio y he estado monitoreando las cámaras de mi mansión en California. También encendí el audio para escuchar a través de los micrófonos de las cámaras, de ese modo vería y escucharía lo que hace mi reina.

Había escuchado las órdenes que les dio en el jardín a sus nuevos escoltas, escuché su conversación con Sofí y entonces me preocupe demasiado. ¿Tan mal se encuentra que debe irse?, debo acabar con April e ir lo antes posible a cuidarla.

-Iremos por April mañana - anuncie serio intentando, en vano ocultar mi preocupación.

-¿Qué le pasó a Alexandra?, ¿Ella y el bebé están bien?

-Se irá a no sé dónde porque está mal y le mandaron reposo total. ¡MALDICIÓN!, ¡Debería estar con ella! - grite desesperado - Para lo único que he sido bueno es para darle problemas, muchos problemas.

-Cálmate hermano, si te precipitas y vas por April en este momento no saldrá bien - advierte - Alex estará bien si toma un descanso lejos de todo.

-Uhm - mire nuevamente la computadora, ya había pasado un rato. Dio una orden a Erick y luego se encerró en el despacho con Dominick y mi hermano.

Le dije a Dom que debía ir con ella como su escolta a como diera lugar, pero se negó y le ordenó que se quedará, el asintió y salió del despacho.

¡Maldición Alexandra!, Tú y tu maldita necedad de irte sola estando grave.

Me distraje un momento escribiéndole un mensaje a Dominick diciéndole que obedeciera las órdenes de mi reina. Evan preguntó con quién iría y aprovechando que hablaban trivialidades termine de enviar mensajes.

Repentinamente Lizeth comenzó a preguntarme cosas sin sentido - ¿Cómo me veo? - ¿ahora qué le pasa?, no respondí y seguí en lo mío - ¡Hazme caso! - gritó nerviosa intentando apagar el monitor.

-¿Qué te pasa? - cuestione frunciendo el ceño, haciéndola callar.

"Déjame ir contigo"

Voltee rápidamente ante las palabras de Evan y vaya sorpresa estoy llevándome. Mi hermano se estaba acercando a ella con cara de cachorro.

Cada vez están más cerca, demasiado cerca para mí gusto.

Mire lo que pasaba, escuché cada maldita palabra salida de su boca - ¡JODER! - estaba que me hervía la sangre cuando confesó sus sentimientos por ella. ¿EN QUÉ MALDITO MOMENTO PASÓ AQUELLO?

Estaba tratando de controlarme para no salir en este momento y matar a mi propio hermano, pero la gota que derramó el vaso fue cuando la beso. Ver que Alexandra no se alejara, se quedara entre sus brazos y acariciara su cabello cariñosamente, nubló mi visión; vi todo negro - ¡MALDICIÓN! - grité eufórico aventando el monitor, haciéndolo estrellarse en la pared. Lancé todo lo que había sobre el escritorio, soltando un sonoro puñetazo.

-¡JAMES! - gritó Liz preocupada. La mire frívolo, sin emoción alguna, gritándole que se fuera - ¡NO ME IRÉ!, no hasta que te tranquilices - desafío firme.

-Si no te vas me iré yo - ella se interpuso impidiéndome salir del despacho - Muévete.

-¿A dónde irás?

-Lo voy a matar - vocifero como si fuera algo de lo más normal.

-¡Estás loco!, ¿perdiste la cabeza?, no lo harás, ¡ES TU HERMANO!

¿Qué si perdí la cabeza?, la verdad es que sí. Perdí la cabeza en el momento que él la besó.

-¡MALDICIÓN, LIZETH! - solté un puñetazo a la pared, cerca de su cara. Ella solo cerró los ojos y volvió abrirlos visiblemente asustada - ¡Ese hijo de puta ya no es mi hermano y lo voy a matar por haberme traicionado!

No podía sacarme esa imagen de ellos besándose, el hecho de imaginarlos que sigan así o haciendo otra cosa, hace que me ponga peor.

-No puedes decir eso - susurra dolida - Evan no es capaz.

-Tú lo viste - gruñó sin mirarla - Quítate - seguía sin moverse - ¡Que te quites, Lizeth! - la avente sin ejercer mucha fuerza, mi intención no es lastimarla. Salí corriendo, subí en mi auto, mande un mensaje ordenando alistaran el jet y conduje a toda velocidad.

-Me las vas a pagar - apreté el volante acelerando más - Evan Baldassare Miller.

Era el único pensamiento que tenía en mente, sintiendo mi mundo venirse abajo.

Apenas aterrice fui directo a la casa donde se quedará Alexandra. ¿Cómo se su ubicación?, fácil, rastree el celular de Evan y se encuentran en Florida. Seguramente ambos se encuentran en la propiedad que tiene Mark Coleman aquí.

¡Maldición!, La sola idea de imaginarlos juntos me enloquece, quiero destrozar a mi hermano por querer quitarme, arrebatarme lo único que más amo.

Al llegar baje azotando la puerta del auto, me acerqué velozmente y patee la puerta con toda mi fuerza provocando que ésta callera. Fui hasta la sala y ahí los encontré sentados, Evan agarro su mano y volví a sentir hervirme la sangre del coraje.

-¡ALÉJATE DE ELLA! - grité frívolo, fulminándolos con la mirada. Alexandra lo soltó mirandome nerviosa

-James... - susurró. Cuánto había extrañado su voz pronunciando mi nombre, su vientre creció más, pero sin duda alguna se ve preciosa. Sin embargo, no demostré expresión alguna.

Podría haberme engañado con cualquiera, pudo haberse besado con cualquier extraño y no enloquecería tanto. Alexandra pensaba que estaba muerto y de haber viajado con otro no estaría tan furioso, la cuestión es, que Evan es mi hermano.

Si Alexandra hubiera ido con otro, en mi regreso la habría buscado y recuperado, tan seguro estoy de mis palabras porque, o sea, no hay nadie mejor que yo para ella - Excepto Evan - mi hermano es la única persona con quien no la recuperaría. Él es un gran partido, tiene muchas cualidades y en varios aspectos es mucho mejor; siempre ha tratado bien a Alex y si ella lo besó es porque también siento algo por él.

-¿Por qué? - mascullo entre dientes - Lo habría esperado de cualquiera menos de ti, eres un traidor.

-James no es... - empezó hablar Evan.

-¡CÁLLATE!, ¡MALDICIÓN!, ¿CÓMO PUDISTE?

Jamás te voy a perdonar esto, Evan.

Jamás te voy a perdonar esto, Evan

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